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Ciencia y crisis ecosocial (2/9) - ¿Qué hace tan plausible el cambio climático antropogénico?

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¿Qué hace tan plausible el cambio climático antropogénico?

En la columna anterior comentaba por qué la fe en la ciencia entendida como una máquina expendedora de verdades incontestables es un mal negocio, especialmente en lo tocante a la comunicación del cambio climático y los demás fenómenos de eso que se puede llamar genéricamente la «crisis ecosocial». En su lugar, defendía la importancia de aproximarse a la ciencia y sus proposiciones desde un perfil más bajo, basado no en la certeza, sino en la plausibilidad.

Como pequeño discléimer antes de entrar en materia, conviene señalar que, pese a las abundantes menciones a los negacionistas en la última columna y en esta, sus propuestas me gusta pensarlas más como un diálogo con los no negacionistas. Prefiero que quienes sí nos tomamos en serio la gravedad de la crisis ecosocial repensemos y reforcemos nuestras posiciones a que perdamos horas valiosas de nuestra vida intentando convencer a quien no quiere escucharnos. Aun así, si algo de lo que digo ayuda en cualquier discusión con negacionistas de todo tipo, sobre todo ahora que se acercan las cenas navideñas y con ellas los cuñados, bienvenido sea.

Podríamos explorar muchas vías para hablar de conocimiento científico y plausibilidad. Una que me gusta especialmente nos la enseñó mi profesor de máster Óscar G. Castán. Según él, Wittgenstein proponía que una forma de probar la fuerza de una creencia era «preguntarnos por los efectos prácticos de esta creencia» (Wittgenstein, 1979: parágrafo 89). Este famoso filósofo austriaco ponía el ejemplo de la edad del planeta Tierra. Uno puede dudar de que la Tierra se formó hace alrededor de 4500 millones de años (este es el consenso actual en astrofísica), y que, en realidad, se formó hace unos pocos miles de años, como dice la Biblia. Sin embargo, para creer algo así tendría que «considerar el mundo de otra manera» (ib.: parágrafo 93) y creer muchas otras cosas. Por ejemplo, haría falta creer (¡y aportar evidencia a favor!) que los fósiles datados en varios millones de años no son reales o que los ha puesto alguien ahí hace poco. Que la vida compleja, la atmósfera y los continentes se han desarrollado en apenas unos miles de años y, por lo tanto, que la biología, la climatología y la geología contemporáneas se equivocan. Que, de hecho, no ha habido evolución biológica. Que un planeta puede formarse de la noche a la mañana…. En definitiva, para creer que la Tierra tiene solo pocos miles de años haría falta creer tantas otras cosas que desafían tantos consensos y nos alejan tanto de la realidad tal y como la entendemos mayoritariamente ahora, que sería agotador y altamente contradictorio.

Obviamente, esto no es una herramienta perfecta y hay quien podría argumentar que algunos grandes avances científicos se han hecho gracias a que hemos desafiado consensos muy enquistados (Galileo y su defensa del heliocentrismo frente al Santo Oficio sería un ejemplo). Como réplica, me remito a la cuestión de la evidencia que mencionaba más arriba. No basta con que un conjunto de creencias esté consensuado o tenga coherencia interna, pues un cuento de hadas puede tenerla, sino que también ha de ser capaz de explicar fenómenos del mundo; como mínimo tantos como cualquier propuesta alternativa. Y en ese sentido, la hipótesis de que la Tierra se formó hace 4500 millones de años es capaz de recoger muchas más evidencias y explicar muchas más cosas que la hipótesis de que se formó hace unos cuantos miles de años, que más que explicar, entorpece y crea dificultades extra.

En esto reside la plausibilidad o implausibilidad de una creencia: en cómo de bien (o cómo de mal) se ajusta al resto de cosas que pensamos que son ciertas acerca del mundo en el que vivimos; y en cuántos fenómenos pueda esclarecer (o, por el contrario, volver aún más oscuros).

Este mismo procedimiento lo podemos aplicar a cualquier evento relacionado con la crisis ecosocial. Centrémonos en el cambio climático, por ser el mejor conocido. ¿Qué más cosas tendría que creer un negacionista si su creencia en la falsedad del cambio climático fuese cierta? Por lo pronto, que el 97% de las y los científicos del clima se equivocan al pensar que hay cambio climático y que este ha sido provocado por el ser humano. También tendría que negar que la emisión masiva de gases de efecto invernadero aumente las temperaturas globales. O, alternativamente, podría aceptar que las aumenta, pero rechazar que de hecho estemos emitiendo masivamente gases de efecto invernadero. Esto sería particularmente contraintuitivo, ya que nuestra economía se basa en fuentes de energía como el carbón, el petróleo o el gas natural, cuya combustión emite gases de efecto invernadero. Al desafiar esto, no solo iría en contra de lo que la química y la física contemporánea nos dicen, sino también del sentido común de cualquier persona que viva en una ciudad altamente contaminada por el tráfico rodado o la industria.

Otro grupo de creencias asociadas estaría relacionado con la memoria. Este negacionista hipotético ha podido vivir lo suficiente como para saber que hace unas décadas los veranos eran menos extremos, que antes nevaba en zonas donde ahora en invierno no cae un solo copo y que los desastres naturales eran estadísticamente menos frecuentes. Si es un negacionista joven y no ha vivido de primera mano un mundo sin cambio climático desatado, de seguro habrá escuchado a personas mayores hablar de cómo era aquel mundo y de las diferencias con el nuestro. En cualquiera de los dos casos, bien dude de su propia memoria o de la memoria de otras personas, estará colocándose en una posición de desconfianza exagerada.

Podría seguir así durante horas. Si un negacionista climático fuese coherente y llevase su creencia hasta el final tendría que aceptar todas las demás creencias que he enumerado más arriba, ya que se siguen unas de las otras. O todo o nada. 

De lo dicho hasta ahora podemos extraer dos posibles conclusiones:

1) el negacionista realmente acepta este conjunto alocado de creencias, lo cual implica prácticamente vivir en una realidad paralela, ajena tanto a muchos consensos científicos como a la memoria y el sentido común de la mayoría de personas.

2) el negacionista no lo acepta, en cuyo caso es un inconsecuente o un hipócrita que basa su negacionismo en la ignorancia o en intereses políticos (suele ser una mezcla de ambos).

Tanto 1) como 2) son perfiles excéntricos y en ningún caso interlocutores válidos.

Aunque en asuntos científicos nunca vamos a poder llegar al final de una discusión, sí podemos decantarnos por explicaciones y creencias más plausibles (o incluso mejores) que otras. Ejercicios como el que he propuesto en esta columna son la enésima prueba de por qué la hipótesis del cambio climático antropogénico es mejor que cualquier alternativa.

Sin embargo, hasta ahora he hablado como si el cambio climático y la crisis ecosocial fuesen una hipótesis como otra cualquiera, un asunto que pudiéramos discutir con calma mientras la vida sigue. Por desgracia, no estamos ante una mera creencia, sino, como su nombre indica, ante una crisis, una emergencia, un problemón en el que están en juego muchas cosas, entre ellas nuestra propia supervivencia. Con estas reflexiones llegamos al límite de lo que podemos decir sobre la crisis climática en cuanto objeto frío de conocimiento. A partir de ahora vamos a ver cómo ese conocimiento se anuda con la realidad y más en concreto con la realidad social. La epistemología de salón da paso a la epistemología política. 

 

Pavlo Verde Ortega

¿Qué hace tan plausible el cambio climático antropogénico?

 

Bibliografía

-      WITTGENSTEIN, LUDWIG. (1979). Sobre la certeza. Gedisa.

Para una reflexión generar sobre la fiabilidad de las ciencias, véase ¿Por qué confiar en la ciencia? de Naomi Oreskes, que me recomendó Lucía Ortiz de Zárate tras leer la primera columna de esta serie.


Cómo citar este artículo: VERDE ORTEGA, PAVLO. (2024). «¿Qué hace tan plausible el cambio climático antropogénico?». Numinis Revista de FilosofíaÉpoca I, Año 3, (CM40). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2024/12/ciencia-y-crisis-ecosocial-29-que-hace.html

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