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Reflexiones sobre el problema de la vivienda

 


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Reflexiones sobre el problema de la vivienda

 Creo que no resulta un secreto para nadie que España padece de un serio problema con la vivienda, especialmente entre los jóvenes en las grandes ciudades. La población crece (a través de la inmigración básicamente) y no existe suficiente oferta de vivienda para cubrir la creciente demanda. Los políticos y los medios afines, como es usual, se han lanzado a la caza en busca de chivos expiatorios; propietarios, grandes fondos, especuladores, etc. Sin embargo, casi nadie parece cuestionar a los propios políticos ¿Que ha sido de las viviendas que Pedro Sánchez había anunciado en sucesivos planes a lo largo del 2023 y hasta el día de hoy? Mucho ruido y pocas nueces. Puro humo y titulares para los medios y votantes afines.

Pero abordemos el problema en profundidad abandonando las demagogias y soluciones fáciles. ¿Por qué no hay suficiente oferta en primer lugar? En primer lugar, la vivienda es un mercado como cualquier otro, y su precio parte de la ley de la oferta y la demanda; cuando hay más oferta, el precio tiende a reducirse, y cuando su oferta se reduce, el precio tiende a elevarse. En este caso, la oferta simplemente no ha sido capaz de cubrir la demanda por múltiples razones que procederé a enumerar en el siguiente párrafo, pero quienes piensen que el precio ha subido por supuestos «especuladores» u otros agentes oscuros en la sombra, se han comido con patatas el relato conspiranoico de los extremos políticos. Creo que es importante ponerse en la piel de todos los implicados y no demonizar un lado como si esto se tratase de un proceso dialéctico.

Aparte de la falta de oferta, el precio de la vivienda ha subido por un problema de hiperregulación del suelo, que en muchos casos establece el suelo como no urbanizable según el capricho de los políticos de turno. La inseguridad jurídica también es notable, ya que este gobierno cambia las leyes constantemente y eso espanta la inversión y a las empresas constructoras. A esto hay que añadir la inseguridad que, por ejemplo, la ley de vivienda establece, al permitir una situación favorable a quienes deciden okupar una vivienda o dejar de pagar el alquiler, lo cual mueve a muchos propietarios a retirar sus viviendas del mercado o reorientarlas al alquiler turístico. En suma, un esperpento digno de una obra de Valle-Inclán.

 En este caso, el aumento creciente de los alquileres turísticos no son la causa sino el síntoma. A los propietarios de pisos y viviendas simplemente no les compensa poner sus casas a la venta o en alquileres normales, por lo que van a lo turístico porque les dan menos dolores de cabeza y tienen menos regulaciones. Desde mi punto de vista, y si realmente se quiere solucionar el problema de la vivienda, habría que favorecer un shock de oferta positiva a través de la liberalización; reducción o eliminación de las restricciones a la construcción de vivienda, reducción de la hiperregulación tanto en la construcción como en los alquileres. Incluso si uno es un socialista hasta la médula, lo que debería reclamar es nuevos planes de creación y construcción de vivienda pública. A excepción de casos muy concretos, como las islas baleares o las canarias, en casi todas las ciudades hay espacio para nuevos planes de expansión urbana.

 Sin embargo, lo que reclaman muchos colectivos de izquierdas son controles de precios, restricciones al alquiler vacacional, incluso se ha llegado a amenazar con una suerte de huelga de arrendatarios de alquileres. Es decir, el peor conjunto de medidas posibles para «paliar» el problema. Vayamos punto por punto; en primer lugar, los controles de precio jamás, en la historia de la humanidad, han funcionado para fijar los precios, siempre acaban creando un mercado negro paralelo que se salta dicho control. Segundo, como ya he comentado el aumento inusitado del alquiler vacacional es un síntoma, y si el estado lo sobreregula como lo ha hecho con la vivienda, los propietarios saltarán a otro modo de sacar mejor provecho a sus propiedades. En Cataluña, donde se han impuesto estas medidas, no han servido prácticamente de nada para paliar el problema de la vivienda, cuando no ha empeorado las cosas.

 Por último, esa supuesta huelga sólo serviría para animar aún más a los propietarios a retirar sus viviendas del mercado, bajo riesgo de impago u ocupación por sus inquilinos. Y es que puede resultar increíble para muchos, especialmente después de tantas campañas de desprestigio y mentiras, pero la mayoría de propietarios no son grandes fondos, ni especuladores, ni ricos con sombrero de copa y habano en la boca, son familias normales y comunes que buscan rentabilizar una propiedad que, en muchos casos, han recibido de otros familiares por herencias o donaciones. No está en su interés mantener los pisos o casas vacíos o fuera del mercado, como señalan algunos conspiranoicos, sino sacar el mejor provecho a su propiedad como haríamos la inmensa mayoría de personas.

Otro elemento que se suele ignorar no es solo que el precio de la vivienda ha subido, también los sueldos se han estancado, y esto es así en buena medida porque la productividad en España ha ido cayendo a un ritmo continuo en las décadas recientes, sin que haya habido medidas sustanciales para atajar dicho problema. No es una cuestión menor, ya que cuanto menos producción, menos riqueza se genera y menos próspera es una sociedad en consecuencia. No es cuestión solo de facilitar la generación de oferta, sino también de favorecer la creación de riqueza y productividad en nuestro país, en contra de los mantras apologistas de la pobreza que se revuelcan en la mediocridad económica.

Me hubiera gustado abordar más temas; como la similitud entre las medidas socialistas con las de la falange en el Madrid de la posguerra, el problema de proclamar la vivienda como un derecho básico por los medios, las múltiples declaraciones falsas de Pero Sánchez con respecto a la vivienda, o cómo han afrontado este problema distintos países europeos, pero todo ello alargaría demasiado esta columna.

 En suma, la solución del problema de la vivienda no pasa por la clase política, la cual ya ha demostrado una y otra vez su incompetencia e ineptitud, sino por la sociedad civil y el libre mercado. Las propuestas de controles de precios, hiperregulación, intervenciones a la propiedad, etc, son un cóctel de medidas que, al igual que las soluciones de mercurio para la sífilis en el siglo XIX, es un remedio que acaba siendo peor que la enfermedad en sí.

 

Sergio Cánovas

Reflexiones sobre el problema de la vivienda


Cómo citar este artículo: CÁNOVAS, SERGIO. (2024). Reflexiones sobre el problema de la vivienda. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (CM50). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2024/10/reflexiones-sobre-el-problema-de-la.html

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