La deriva censora de la UE (Parte 2)
Esta columna es una continuación de la anterior, que recomiendo leer antes para conocer el contexto del cual parto. Esta segunda parte está exclusivamente centrada en el caso de Pávél Dúrov y su reciente detención. Primero es necesario algo de contexto sobre esta persona y sus circunstancias. Dúrov nació en Leningrado en 1984, poco antes de que Gorbachov tomase el control de la Unión Soviética e iniciara un ambicioso plan de reformas («glásnost» y «perestroika») con la idea de superar el prolongado periodo de estancación asociado con Leonid Brézhnev. Este nuevo periodo de liberalización y apertura probablemente fue decisivo en la formación del carácter de Dúrov.
Junto con su hermano Nikolai, fundó la red social VK en 2006, inicialmente desarrollada como un foro asociado a la Universidad Estatal de San Petersburgo. Ya en 2009, se había convertido en la principal red social de Rusia y Bielorrusia. Sin embargo y como era previsible, el gobierno de Vladimir Putin empezó a hostigar a Dúrov y VK. Como ya hemos observado en múltiples casos de dictaduras contemporáneas, el control de los medios y las redes sociales debe ser prioritario y absoluto. En 2011, el gobierno exigió a Dúrov que eliminase los perfiles de varios miembros de la oposición de la Duma (el equivalente al congreso de los diputados en España), así como grupos que habían grabado los casos de fraude registrados durante las elecciones. Dúrov se negó a colaborar con las autoridades.
Ante esta negativa, el gobierno se puso como objetivo tomar el control de la red social a través de la fiel oligarquía que Putin había colocado bajo su mando tras las privatizaciones de los noventa. Entre 2012 y 2014, las acciones de VK empezaron a ser compradas por los oligarcas Boris Dobrodeev e Ivan Tavrin, aliados de Putin. Fue en 2014 también cuando se produjeron las manifestaciones del Euromaidán, en las que una inmensa mayoría de ucranianos demandaban un acercamiento a la Unión Europea tras un giro inesperado del gobierno a favor de Rusia. Ese mismo año, el gobierno ruso exigió a Dúrov la entrega de información de los manifestantes ucranianos, así como el bloqueo del perfil de Alekséi Navalni (el opositor más destacado de Putin hasta su «muerte» en prisión en 2024). Tras una nueva negativa y en menos de una semana, Dúrov fue despedido de su puesto, siendo VK ya definitivamente controlada por los oligarcas.
Exiliado ya de Rusia, los hermanos Dúrov se concentraron en desarrollar Telegram, una red social fundada en 2013 pero centrada en la seguridad a través de la encriptación de datos, los cuales eran inaccesibles para los propios desarrolladores. Tuvo un gran éxito, y a día de hoy se encuentra entre las redes sociales más usadas en Asia, África y parte de Europa. Pero como ya debería resultar obvio para el lector, los gobiernos no pueden permitir la existencia de una red social sin intervención estatal. Bajo la excusa de controlar los discursos del odio, organizaciones terroristas, pornografía infantil y otros delitos, varios gobiernos empezaron a demandar el control de la red social.
El lector puede que se pregunte «Y qué hay de malo en ello si el fin es bueno, eliminar el contenido ilegal?». La cuestión es que en vez de dejar a la policía y servicios de seguridad hacer su labor, los gobiernos buscan censurar preventivamente la redes sociales y purgarlas de narrativas contrarias, especialmente bajo los supuestos delitos de odio, un término tan vago como amplio, que puede ser usado virtualmente por cualquier gobierno con propósitos censores. De lo contrario, estas redes sociales se enfrentan a multas astronómicas y directamente al bloqueo de la aplicación en el país (véase la primera parte como ejemplo directo).
Todo esto nos lleva a la culminación de este caso: el 24 de Agosto Dúrov fue detenido tras aterrizar en un aeropuerto francés, siendo inmediatamente acusado de hasta doce cargos por no moderar el contenido de Telegram. Aunque el proceso fue iniciado por el sistema judicial francés, uno debería saber que las relaciones entre los poderes judiciales y legislativos nunca son absolutamente separadas, es decir, ninguno actúa con absoluta independencia del otro. A pesar de las declaraciones de Macron, es probable que el trasfondo de la detención fuera por motivos políticos. Dúrov ahora mismo está fuera de prisión, pero tiene prohibida su salida de Francia.
La red social en sí, Telegram, ha terminado hincando la rodilla y ha cedido a las presiones del gobierno Francés, tras lo cual podemos decir que la promesa inicial de privacidad se ha desvanecido. Pero esto no es el final sino el principio, puesto que el resto de redes sociales se ven bajo las mismas presiones de controlar el contenido al gusto de los gobiernos de turno. En suma, la libertad de expresión está en el punto de mira, no solo en Europa si no en todo el mundo en un ataque que parece casi coordinado.
En Brasil se ha bloqueado a X (anteriormente twitter) tras fallar la corte suprema en sus intentos censores, Mark Zuckerberg reconoció el mismo las interferencias del gobierno estadounidense durante la pandemia del COVID-19, y como hemos visto en la primera parte, los burócratas Europeos buscan censurar X también. Lo único que le interesa al político, sin importar su signo ni su época, es mantener y acrecentar su poder, y unas redes sociales sin control estatal suponen un límite a dicho poder. La era de libre información, de la cual ha gozado gran parte del mundo desde los noventa, se encuentra en riesgo por el manoseo de los políticos. ¡Hay que pararles los pies!
Sergio Cánovas
La deriva censora de la UE (Parte 2)
Cómo citar este artículo: CÁNOVAS, SERGIO. (2024). La deriva censora de la UE (Parte 2). Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (CM49). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. www.numinisrevista.com/2024/10/la-deriva-censora-de-la-ue-parte-2.html
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