Elogios, preguntas y propuestas para un maestro espigador
A Adrián Santamaría, doctorando en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid, lo conocí primero como profesor y después como amigo. Aunque nunca llegó a darme clases en mi etapa de estudiante de Grado, son abundantes los aprendizajes que le debo. Uno de los más destacados tiene que ver con la filosofía misma y la manera de reflexionar, en cuanto filósofos, sobre ella. Esta cuestión constituye el núcleo de la tesis doctoral Adrián (permitidme las confianzas), todavía en desarrollo. Esta empresa metafilosófica abarca factores variados, muchos de ellos sociológicos y muy apegados a la (precaria) realidad de buena parte del mundo académico. Sin embargo, una de sus conclusiones más impactantes, sobre todo para quienes hemos sido educadas para formar parte del gremio filosófico, es la que cuestiona el estatuto de la filosofía como disciplina autónoma con una historia propia y milenaria.
Adrián
es deudor aquí de la obra de otras personas críticas con el relato oficial de
la filosofía, como Manuel Sacristán, Marina Garcés, Diana Pérez, Jesús Vega y, sobre
todo Eduardo Rabossi. Según este último autor, la filosofía como disciplina con
un canon estructurado nació hace dos siglos con la reforma humboldtiana de la
universidad y el auge del idealismo alemán. Es en este período cuando se
empieza a definir la filosofía como como fundamentadora de los saberes
positivos con un aparataje metodológico y temático propio. También entonces
nace la idea de una Historia de la Filosofía con mayúsculas atravesada por
grandes problemas perennes. Como expresa Santamaría en su tesis: «A la filosofía se le atribuye una larga vida, una suerte
de continuidad: esto, en opinión de Rabossi, resulta de un relato histórico
elaborado al mismo tiempo que el canon se conformó» (p. 12). No es
menos relevante que este relato, aunque se diga universal, resulta
profundamente provinciano. Al ver la lista de autores canónicos, los idiomas
hegemónicos de la filosofía o los temas de discusión habituales, uno estaría
tentado de acusar a esta filosofía canónica de eurocentrismo, y razón no le
faltaría, pero es más que eso. También la mayoría de países occidentales suponen
una periferia de un centro conformado por apenas cuatro países, que Rabossi
bautiza con sorna «el G4»: Reino Unido, Estados Unidos, Francia y
Alemania.
En
un párrafo difícilmente podría hacer justicia a las ideas de Rabossi o Adrián,
por lo que recomiendo leerlos (y, en el caso de Adrián, escucharle o hablarle)
directamente para profundizar más en estas cuestiones. Sin embargo, a raíz de
sus posiciones surge una pregunta inevitable: sí, la filosofía disciplinar y su
Historia son un invento reciente y geográficamente muy circunscrito, pero ¿cuál
es exactamente el problema? ¿Acaso no tiene derecho a existir y ser ejercida
como cualquier otra disciplina, sin importar su contingente fecha de
nacimiento? Solo se puede responder a esta pregunta pragmáticamente, atendiendo
a los resultados que se siguen de esta concepción particular de la filosofía.
La
hegemonía del G4 causa daños tanto a los filósofos del G4 como a quienes
habitan la periferia. A los primeros, por imbuirlos de un cosmopaletismo que
hace pasar sus preocupaciones particulares por problemas universales. A los
segundos, por abocarlos a lo que Rabossi denomniaba guachidad (orfandad
en rioplatense). Los y las filósofas educadas fuera del G4, siguiendo con la
metáfora, carecen de progenitores filosóficos, pues ven cómo sus realidades más
cercanas carecen de importancia en la Historia de la filosofía, y se ven
forzadas a asumir la tutela legal de los filósofos canónicos del G4. Adrián
tercia al respecto:
El guacho, ante esta fascinación por lo ajeno, adopta normalmente dos actitudes fundamentales: importar, de manera más o menos creativa, más o menos híbrida y traicionera, algunos de los grandes tópicos, debates o autores de algunos de los protagonistas de la polis mundial en su país de origen, favoreciendo así alguna de las posiciones canónicas en boga; o bien, directamente, emigrar a algunas de las mencionadas naciones, ya sea literalmente, cogiendo las maletas y marchándose, con el subsiguiente riesgo de que allá no le hagan demasiado caso, ya sea solo en alma y no en cuerpo, poniendo toda la “libido en publicar en revistas y en editoriales del G4” (105) (9).
No
obstante, incluso este agravio que deja intactas las relaciones de poder entre
países (especialmente las relaciones coloniales) en lo que a la academia
respecta podría justificarse de algún modo si al menos la producción filosófica
propiamente dicha fuese valiosa para algo más que para autoperpetuar esta
imagen canónica de la filosofía. Pero no es el caso. Los departamentos y
Grados/Licenciaturas de filosofía son ante todo un repositorio de la Historia
de la Filosofía cuyo mayor logro es, en palabras de Adrián: «la
proliferación de especialistas en el Ser y en la Nada desde, a partir del
pensamiento de otro autor» (18). Todo esto no hace sino favorecer «el
riesgo de desentendimiento por parte de historiador de la filosofía de los
problemas que están sucediendo en su tiempo» (17), algo que se ve
agudizada por una tendencia creciente a la especialización.
Como
vemos, este tipo de práctica filosófica a lo máximo que puede aspirar es a una
filología de una precisión admirable, pero con una preocupante propensión a
producir lo que Remedios Zafra llama «hombres fotocopiados», es decir,
personas más preocupadas por limpiar, fijar y dar esplendor a sus minúsculos
objetos de estudio y reproducir las lógicas atosigantes de la academia que
por poner sus capacidades al servicio de los problemas de la realidad, sean de
la índole que sean. Al final de estas reflexiones, que son en esencia las
suyas, Adrián se pregunta, y yo con él, «cómo se debería practicar la
filosofía» alternativamente.
Esta misma cuestión la hemos hablado en
persona él y yo en más de una ocasión. También se ha pronunciado al respecto en
ponencias y promete ser un tema decisivo en las partes finales de su
tesis. La conclusión tácita a la que hemos llegado siempre y la que
él prodiga en sus clases, comunicaciones y escritos, es que la filosofía
debería ser adjetiva y no sustantiva, es decir, siempre filosofía de algo
y con otras disciplinas. La misión de nuestra práctica no
sería, pues, erigirse como una disciplina autónoma y encerrarse en sus
confines, sino precisamente romper las barreras entre disciplinas, ser de
utilidad para cada una de ellas y, en última instancia, para pensar el contexto
histórico en el que uno se encuentre.
De esta manera, la filosofía consistiría
en una práctica espigadora, por referenciar mi anterior columna. Como los
espigadores de los que habla Varda en su documental, que cogen comida, chatarra y otros objetos desechados para darles nueva vida, los y las filósofas
podríamos tomar prestados conocimientos de otros lugares y construir a partir
de esa base una saber aplicado, siempre aterrizado, que permitiese tejer redes
entre los demás saberes. Quizás resulte un relato menos épico que la Historia
oficial de la Filosofía, pero sus frutos no tendrían por qué ser menos
estimulantes.
Ahí van estas palabras, casi un homenaje, desde luego un diálogo, para Adrián Santamaría, que tan bien nos enseña a espigar entre los restos de la realidad.
Pavlo Verde Ortega
Adrián Santamaría o La filosofía como arte espigadora
Bibliografía
Las citas de Adrián corresponden al primer
capítulo de su tesis, aún en redacción y sin publicar. La referencia al hombre
fotocopiado se puede encontrar en El entusiasmo de Remedios
Zafra. La obra clave de Rabossi para una crítica del canon es En el
principio Dios creó el Canon. Una película que capta bien la experiencia
del guacho es la también argentina Puan, dirigida por María Alché y Benjamín
Aishtat.
Cómo citar este artículo: VERDE ORTEGA, PAVLO. (2024). Adrián Santamaría o La filosofía como arte espigador. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 3, (CM39). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2024/10/adrian-santamaria-o-la-filosofia-como.html




Esta revista está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
No hay comentarios:
Publicar un comentario