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La deriva censora de la UE (Parte 1)


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La deriva censora de la UE (Parte 1)

 La Unión Europea es un ejemplo manifiesto de cómo el camino hacia el infierno está empedrado con las mejores intenciones, de cómo un proyecto basado en la cooperación, el libre comercio y la libertad puede derivar en algo completamente distinto: en un proyecto de estado federado gobernado por una extensa y esclerótica burocracia supranacional. Esta no es solo mi opinión, sino un hecho demostrable por los terribles datos de estancamiento económico, demográfico e incluso cultural. Esta burocracia, que existe en su propio universo aparte de las preocupaciones y necesidades del europeo de a pie, realmente solo sirve sus propios intereses.

Como he discutido en otras columnas, la política no es más que la obtención y mantenimiento del poder al precio que sea, cualquier otro elemento es secundario y fácilmente sacrificable en pos de la conquista del poder. Por ello, el insulto, la mentira, la corrupción y las puñaladas traperas son el pan de cada día de la política. La filosofía y la ética se encuentran completamente ausentes del mundo de la política. Aquellos que anteponen sus ideas o moral ante semejante lodazal son los primeros en ser expulsados del juego político. Por ello, el poder de los políticos (casta sin importar su ideología o de donde vengan) debería de ser estrictamente reducido, porque cuanto más poder tiene el político, menos libres somos a efectos prácticos.

La naturaleza del político consiste en consolidar y extender su poder en la medida de lo posible y sin ningún contrapeso, y por ello muchos burócratas europeos anhelan controlar las redes sociales, como antaño se hacía con la prensa, la radio y la televisión. En fin, dejo de dar rodeos para concentrarme en esta deriva censora de la UE ejemplificada a través de dos casos: la carta de la Comisión de la UE a Elon Musk y la detención en Francia de Pavel Durov, creador de Telegram. Situémonos en contexto: el doce de agosto tuvo lugar una conversación informal retransmitida en vivo en X entre Elon Musk y Donald Trump. Poco antes de dicho evento, el miembro de la Comisión Europea Thierry Breton envió una carta abierta a Musk en la que llamaba a censurar la entrevista en la UE por supuestos «efectos perniciosos en el discurso social y en la seguridad pública».

 Esta infame carta termina con una serie de amenazas veladas en las que se indica que la plataforma está siendo investigada, y que si Elon Musk no modera el contenido según las directrices de la UE, podría ser objeto de una tremenda multa o incluso la suspensión temporal del servicio en la Unión Europea. Musk y Trump podrán parecernos lo que queramos, para mí desde luego no son santo de mi devoción, pero creo que el mero hecho que se intente censurar una conversación a plena luz del día me parece algo escandaloso y digno de escarnio público. Como no puede ser de otro modo, se utilizan los discursos del odio como excusa para intentar introducir este control, porque de otro modo sería inexcusable incluso para quienes no aprecian la libertad de expresión.

 El propio Musk ha revelado en varios mensajes cómo la Comisión Europea ha intentado negociar un pacto secreto, a través del cual X moderaría el contenido (como se hacía en la anterior administración con pésimos resultados, he de remarcar) a cambio de que que la plataforma no fuese sancionada con las ya mencionadas medidas por la Comisión Europea, es decir hacer la vista gorda cual funcionario corrupto. Si esto es realmente cierto, y si es extrapolable al resto de redes sociales relevantes, sería un escandaloso caso de presión política a un empresario para que hiciera el trabajo sucio, de control social, que los gobiernos de la UE no podrían hacer de forma directa. ¿Qué diferencia habría entonces, si seguimos por este camino, con la Venezuela chavista, el Irán de los ayatolas, o la Rusia putinista, que también imponen censuras y bloqueos de las redes sociales?

 A continuación pensaba hablar en detalle del caso de Pavel Durov, pero ya que requiere de mayor contexto y es más sustancial, creo necesario dividir esta columna en dos partes. Pero creo que ya he expuesto de forma clara cómo una gran parte de la burocracia europea trabaja activamente para cercenar derechos fundamentales como la libertad de expresión, y también el de la privacidad como expondré en la segunda parte. Bajo la excusa de pretender controlar los delitos de odio, se pretende acabar con la libertad de expresión. Ante esto basta con referenciar a la cita de Benjamin Franklin: «Aquellos que renuncian a la libertad esencial para comprar un poco de seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad».

 

Sergio Cánovas

La deriva censora de la UE (Parte 1)


Cómo citar este artículo: CÁNOVAS, SERGIO. (2024). La deriva censora de la UE (Parte 1). Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (CM48). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2024/09/la-deriva-censora-de-la-ue-parte-1.html

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