Culos
En su día fue algo muy atrevido, escandaloso, original… y literario. Ramón Gómez de la Serna publicó en 1917 —hace ya más de un siglo— un libro que tituló Senos. Quizás la censura le impidió titularlo Tetas, porque tetas son las que menudean en sus páginas. Una lectura muy recomendable. La abundancia de senos va acompañada de un muy abundante vocabulario que los describe. Si generosos son los senos, generosa es la literatura de Ramón Gómez de la Serna. Muchísimos años después, casi ochenta, Juan Manuel de Prada escribió Coños, uno de sus primeros libros. Dicen que es muy bueno. Yo no lo he leído, pero me fío del criterio de las personas que me lo han recomendado. Es una lectura pendiente. Al parecer, Juan Manuel de Prada se inspiró en Senos para escribir Coños. Así que, con esos dos títulos, ya solo quedaría escribir un libro que se titulase Culos. Ya existe El libro de lo culos de la escritora e ilustradora Eva Manzano. Tampoco lo he leído. He dado con el tras buscar por internet si había algún libro que se titulase así, Culos, simple y llanamente. El libro de Eva Manzano parece que va de culos en general: humanos y animales. Culos ilustrados, divulgados. Nada que ver, intuyo, con los libros de Gómez de la Serna y de Prada.
Sin embargo, titular un
libro Culos no es ni por asomo lo mismo que titularlo Senos o Coños.
El culo es corriente. Además, culo se refiere tanto al del hombre como al de la
mujer; los senos y los coños parecen remitir solo a las mujeres. Cabría la
posibilidad de titular los libros Pezones, Areolas o Clítoris.
Seguro que uno encontraría mucha variedad, tanta como coños y tetas. Y lo mismo
ocurriría con Penes, Vergas, Pijas, Pollas, Testículos, Cojones… El
verdadero reto estaría en escribir un texto que no fuera soez ni burdo —eso es
muy fácil—, sino buena literatura o, mejor aún, exquisita prosa poética —eso sí
que es difícil—. Por otra parte, hoy tampoco sería nada transgresor escribir
libros con esos títulos; ya se admite todo, hasta que un ministro insulte
públicamente a una persona llamándola «saco de mierda»: hay quienes por boca
tienen culo.
Para transgresor, Ramón Gómez de
la Serna, quien convirtió los senos en salvavidas de la muerte, esas «dos
grandes lágrimas que llora la belleza por ser tan efímera»:
Este libro está escrito en plena
videncia juvenil, por lo que al releerle, después de toda la experiencia
acumulada, creo que hice lo que debí hacer cantando a pleno cantar la belleza
indecible de los senos, lo que más suavemente eleva a la mujer sobre la bestia,
pues solo la esfinge se ha atrevido a tener senos como ella.
Aparte de atrevido, don Ramón fue
un visionario muy adelantado a su tiempo. Hay un librito que es buena prueba de
ello; lo editó un bibliotecario e investigador llamado José Luis Rodríguez de
la Flor allá por 1987, es decir, casi un cuarto de siglo después de que muriese
don Ramón. Está publicado en Ediciones de la Torre, se titula Pequeños
relatos ilustrados y recoge ilustraciones hechas por el propio Ramón
Gómez de la Serna y textos recopilados de Buen humor, el
semanario donde escribió en la década de 1920. En él aparece un texto
titulado Los nuevos seres que es muy revelador:
Cuando se ve el aparato de la
telefonía sin hilos, se piensa que le falta algo, que no puede acabar en tan
poco, que después habrá que hacerle adhesión trifilada.
¡Qué sentimiento más lejano será
éste al que experimenten los hombres del futuro! Para ellos la comunicación por
medio del aparato de la telefonía sin hilos será como una facultad más, y con
ella aprenderán mejor y más pronto las cosas y chuparán con su memoria todo lo
que ahora resulta vago y flotante…
No está nada mal si tenemos en
cuenta que el semanario Buen humor dejó de publicarse a
comienzo de los años treinta y que este texto rondará los cien años. Gómez de
la Serna, sin ponerle nombre —telefonía sin hilos— anticipó el teléfono móvil e
internet.
El librito lo encontré en un
baratillo de la Cuesta de Moyano de Madrid. En la primera página aparece una
dedicatoria escrita a mano: «A Leticia. Confío en que te guste.» La firma el
mismísimo José Luis Rodríguez de la Flor. Se ve que a Leticia no le gustó
demasiado el libro. Quizás muriese, quién sabe, y el libro terminó como la
mayoría de los libros que estorban: en la basura o en algún baratillo. O quizás
siga viva… Sería interesante averiguar cómo son los senos de Leticia,
reconstruir su historia para saber por qué el librito a ella dedicado terminó
en mis manos. Las pocas anotaciones hechas a lápiz que marcan algunas páginas
del libro son insuficientes para sacar alguna conclusión. A saber si las
escribió Leticia o cualquier otra persona a quien le llegara el libro antes que
a mí. La última de ellas se encuentra junto al título de uno de los
textos, Los suplicios de las cosas, y dice así: «Hasta aquí».
Pues hasta aquí hemos llegado
también, no sin antes esbozar el posible comienzo de un libro: «Cuando hizo la
última anotación en aquel libro, no ignoraba que el vecino del edificio de
enfrente la había estado observando cada vez que salía a leer al balcón. Hoy no
se estiraría como había hecho cada vez que terminaba de leer; hoy ya no posaría
para él. Sería la última vez que saldría desnuda al balcón. Arrojó el libro al
vacío antes de meterse en el salón. El vecino bajó apresurado al jardín donde
había caído el libro. Lo tomó en sus manos. Lo hojeó y encontró una
anotación: Hasta aquí. Supo entonces que jamás volvería a verle el
culo, ese culo firme y respingón, sensual y misterioso, que podría haber
surgido del cincel prodigioso de Giovanni Strazza».
POST SCRIPTUM (21/06/2024): El
crítico literario José Ignacio García, avidísimo lector, me acaba de
informar de que Culos ya existe. Dejo aquí su nota, porque no
tiene desperdicio: "Buenos días. Coños, de Prada, está muy
bien. Lo publicó Valdemar cuando no lo conocía nadie y hay una curiosa historia
detrás de la publicación, que afecta al contenido y se percibe en él.
Sobre Culos, hay otro libro titulado así (que yo conozca), y trata
de seguir la línea de los Senos de Gómez de la Serna y
los Coños de Prada. Su autor es zamorano, se llama José María
Lebrero Vecino, y el propio Prada le escribió el prólogo. Feliz viernes. Un
abrazo".
Igualmente, a toro pasado, he
sabido por el escritor Emilio Pascual, sapientissimus primus inter
pares, que existe un Clítoris de Fernando Arrabal
traducido al latín por el gran Pollux Hernúñez. Nihil novum sub sole.
Vale.
Michael
Thallium
Culos
Cómo citar este artículo: THALLIUM, MICHAEL. (2024). Culos. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 3, (CV65). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2024/06/culos.html
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