La belleza de la lentitud
La cultura moderna exalta la rapidez. Desde la comida rápida hasta el envío inmediato de productos, la velocidad se ha convertido en un valor central en nuestra sociedad. Este enfoque se manifiesta en múltiples aspectos de la vida cotidiana: trabajos con plazos cada vez más ajustados, la presión constante por estar siempre conectados y disponibles, y la expectativa de resultados instantáneos en casi todas las áreas. La velocidad a menudo sacrifica la calidad y la reflexión y es un precio muy alto, porque es insostenible para el planeta y agotador para las personas.
La lentitud es un acto consciente de desaceleración,
de permitirnos el tiempo para pensar, sentir y experimentar plenamente. Este
cambio de ritmo puede tener profundos beneficios tanto para el individuo como
para la sociedad. Los ciclos naturales, como el crecimiento de una planta o el
cambio de estaciones, ocurren a su propio ritmo y no pueden ser apresurados.
Estos procesos nos enseñan la importancia de la paciencia y el respeto por el
tiempo necesario para el desarrollo y la maduración, aunque el cambio climático
también nos enseña el caos que comienza a generarse en esos ciclos provocando
sequías o inundaciones, tiempos de bonanza o de escasez que terminan por
afectarnos y son un aviso de que todo tiene un límite.
La lentitud también tiene un impacto significativo en
nuestras relaciones humanas. En una sociedad que valora la rapidez, las
interacciones humanas a menudo se vuelven superficiales y apresuradas. Dedicar
tiempo de calidad a nuestros seres queridos, sin la distracción de dispositivos
electrónicos o la presión de horarios apretados, fortalece los lazos
emocionales y fomenta una mayor comprensión y empatía, pero es una tarea
titánica para la que no todo el mundo está preparado porque requiere una
organización milimétrica para poder llegar a todo.
Valorar el presente es todo un regalo, sobre
todo, sin la urgencia de alcanzar el próximo objetivo. Este ciclo agotador se
contrapone a la rutina, que es el polo opuesto y es todavía más peligroso.
Últimamente, en algunas películas que he visto, se está haciendo un elogio de
esta lentitud, sobre todo, asumida desde una profunda sencillez: Leer un libro,
escuchar música, meditar, tomar un café en un lugar tranquilo... Puede que esto
nos parezca natural o predecible, pero es todo un consuelo saber que hay que
tomarse un tiempo para vivir.
Arantxa Serantes
La belleza de la lentitud
Cómo citar este artículo: SERANTES, ARANTXA. (2024). La belleza de la lentitud. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 3, (CS37). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2024/05/la-belleza-de-la-lentitud.html
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