Koyré,
antes y ahora
Pocas cosas aparecen tan complejas como el análisis de lo perteneciente al humano. La investigación del pensamiento, de las acciones, los descubrimientos y posturas a lo largo de la existencia humana, contiene una mezcla imperfecta entre objetividad y subjetividad: la objetividad teniendo como herramienta los vestigios textuales y la presencia de hechos concretos, mientras que la subjetividad tiene como herramienta las causas, consecuencias y el contexto de cada hecho, los vestigios de análisis de opinión contemporáneo al evento y demás testimonios desde cualquier forma de expresión humana, sumándole nuestra postura al momento de visualizar aquellos eventos. El análisis situacional es tan complejo, que separarlo de sus orígenes resulta imposible, al menos bajo la perspectiva de Alexandre Koyré.
La
selectividad de postura y contexto para generar un análisis del pasado, más
allá de ser inevitable, es importante para la conservación del valor humano;
siempre habrá diferente análisis, diferentes posturas e intereses con respecto
a lo que se profundiza al intentar formar una imagen integral de cualquier
evento histórico. La intención de la objetividad absoluta o el intento de una
postura imparcial y neutral termina cediendo ante las percepciones y
posibilidades humanas.
La
concepción del conocimiento histórico como un entrelazamiento resulta ser lo
más enriquecedor para el propósito del entendimiento, no sólo del pasado, sino
del propio presente y, por supuesto, puede ayudar a la construcción de algún
futuro, sea cual sea la vertiente. La adquisición de conocimientos sin la
Historia, más allá de resultar insípida, se puede percibir incoherente e
irrelevante. Y este aspecto integral dentro del análisis histórico no excluye
el estudio del pensamiento científico; sin importar la supuesta objetividad
final de lo analizado, sus causas, consecuencias y contextos convierten
cualquier revisita al pasado en una postura subjetiva.
La
subjetividad se tiene catalogada con suma negatividad entre varias corrientes
de conocimiento de cualquier área y entre la misma sociedad, ¿será posible explicar
que la misma opinión sobre esta discusión es, por sí misma, subjetiva? En
principio, es claro que lo esencial para un entendimiento más completo de
cualquier evento, situación, corriente o fenómeno humano, resulta ser la
obtención de la mayor fuente de información posible sobre cualquier fuente que
hable al respecto de lo que se está buscando. Aún con esta posibilidad de
conocimiento, nos encontramos ante las limitaciones humanas de las fuentes por
las cuales obtenemos este conocimiento, ante sus propios prejuicios o posturas
anteriores.
Usando
de ejemplo a Koyré, dentro de su capítulo «Aristotelismo y Platonismo», al
momento de comentar las aportaciones árabes con respecto a la visión teórica de
la filosofía, menciona lo esenciales que resultaron sus posturas para el
aspecto hereditario helénico, aumentándole después una perspectiva particular:
«Es probable que (...) la filosofía árabe hubiera proseguido un desarrollo
análogo al de la escolástica latina, que los pensadores árabes hubieran sabido
encontrar respuestas a las críticas de Algazel (al-Ghazali), hubieran sabido “islamizar”
a Aristóteles… No tuvieron tiempo».
El
patrón notable de este tipo de argumentos es la toma de las evidencias
históricas y darle una sazón personal: justo, la mezcla entre la «objetividad»
de lo que es recuperable a través de las fuentes de saber y la subjetividad que
reside en la creatividad humana. Por más que haya una suma considerable de
perspectivas argumentando las probabilidades de que algo pudiera haber sucedido
o no, naturalmente este postulado contiene especulaciones que no sólo se alejan
totalmente de lo factual, sino que incluyen también opiniones, dotando al
espectador de un conocimiento especial. ¿Cómo cambiará la concepción del mundo
el saber que los árabes tenían la posibilidad de «islamizar» a Aristóteles? Mucho
más de lo que se puede explicar.
En
un mundo donde la información no sólo resulta de valor fundamental, sino que
puede ser una división entre obtener o no derechos, entre luchar o no contra
diferentes eventualidades; considero que toda la información proveniente de
cualquier medio es, hasta cierto punto, politizada. Estoy en una cultura donde
no es muy común la viralización de cultura árabe, así que la obtención de ese
saber no sólo me informa al respecto de su cultura, sino que me lleva a pensar
muy alto sobre aquellos saberes.
Koyré
acertó al mencionar a la ciencia, la religión y la filosofía como intrínsecas.
Pero no creo que sólo se deba detener ahí, ya que es esencial comprender que es
imposible separar por áreas totalmente delimitadas el conocimiento, los
contextos y la historia misma. Desde su análisis, igual veo acertado señalar
que el conocimiento científico fue dirigido por individuos, pero mi concepción
puede notarse un tanto divergente a la suya: creo que, para cualquier
movimiento, es importante tener una cabeza o un representante.
Para
la Historia, ha sido conveniente tener figuras emblemáticas para la
conceptualización de los eventos, para la división entre posturas y, sin duda,
hasta para el mantenimiento del fanatismo, lo patriótico y la fe. Es importante
e inevitable señalar individuos emblemáticos, pero considero pertinente
señalarlo como un mecanismo táctico: lo histórico, desde los contextos dados y
la narrativa que se le adjunta, siempre tiene cargas políticas, siempre es
postulada por sectores específicos. Así es como veo esencial, tal cual lo
menciona Koyré, que analicemos a los autores, corrientes y obras desde un mayor
conocimiento sobre su contexto. Leer al autor desde los ojos del autor no sólo
nos dará mayor entendimiento de las posturas de su obra, sino también nos dará
más herramientas para comprender qué lo llevó a generar la obra misma.
Daniel Escoto L.
Koyré,
antes y ahora
Cómo citar este artículo: ESCOTO L., DANIEL
(2024). Koyré, antes y ahora. Numinis
Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (CD8). ISSN ed.
electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2024/03/Koyre-antes-y-ahora.html
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Traes, Daniel, a las puertas de mi modesta biblioteca un autor que no conozco.
ResponderEliminarAlexandre Koyré fue un gran pensador de la epistemología. ¡Tiene posturas y pensamientos sumamente interesantes! Vale la pena darle la oportunidad.
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