¿Paz para nuestro tiempo?
En 1938 se firmaron los infames acuerdos de Múnich, el cual confirmaba la anexión alemana de los sudetes (región fronteriza de la antigua Checoslovaquia) y el último gran acto de apaciguamiento de Francia y Reino Unido hacia la voracidad nazi. Tras la firma del acuerdo, el primer ministro británico Neville Chamberlain pronunció una declaración que pasaría a la historia como «paz para nuestro tiempo». Esta expresión resultó ser sumamente irónica, porque en menos de un año Alemania invadió Polonia y dio comienzo a la segunda guerra mundial. La declaración de Chamberlain fue la siguiente:
«La solución del problema checoslovaco, el cual se ha alcanzado es, en mi opinión, sólo el preludio de una solución más amplia en la que toda Europa pueda encontrar la paz. Esta mañana tuve otra conversación con el canciller alemán Hitler, y aquí está el periódico que lleva su nombre y el mío. Algunos de ustedes tal vez ya hayan oído lo que contiene, pero me gustaría simplemente leérselo: “... Consideramos el acuerdo firmado anoche y el Acuerdo Naval anglo-alemán como un símbolo del deseo de nuestros dos pueblos nunca volver a ir a la guerra unos con otros”».
Pero ¿por qué traigo a colación
todo esto? Porque hemos empezado el año con tres guerras importantes aún en
curso, junto a varias menores; la guerra en Ucrania es la que más nos afecta a
nosotros, los europeos, y ha roto la histórica paz que ha habido en el
continente desde el fin de la segunda guerra mundial en 1945. La recientemente
desatada guerra de Gaza es una cuyos horrores y destrucción están copando los
medios de comunicación en estos días.
Por último, pero no menos
importante, tenemos la guerra de Sudán que, aunque largamente ausente de los
noticiarios, amenaza con desestabilizar aún más a los países circundantes. Otro
conflicto de envergadura es la guerra civil en Birmania, aunque en buena medida
aislada, seguida por otros conflictos menores como las numerosas insurgencias y
guerras civiles africanas, usualmente encadenadas unas con otras, y los
conflictos sudamericanos, ya sean contra cárteles o insurgentes.
Si hay algo en común en estos
conflictos no es solo el fácil acceso a los hechos a través de imágenes y
videos, sino de la omnipresencia de civiles en el fuego cruzado. No solo
encontramos a ejércitos combatiendo, sino bombardeos a civiles de una envergadura
que recuerda a las guerras civiles yugoslavas de los noventa. La diplomacia
internacional se ha mostrado incapaz, no ya de detener estos conflictos, sino
de prevenirlos en primer lugar. Mientras que hace unos años, el uso de la
violencia y de la guerra era inaceptable para solucionar conflictos
internacionales, a día de hoy podemos deducir que ya no está tan mal visto.
La injustificada guerra de
agresión rusa en Ucrania, junto al conflicto chino-americano por la hegemonía
global son las principales causas de esta inestabilidad. Aunque Estados Unidos
no ha renunciado a su función de policía global, el país se muestra cada vez
más inestable por sus divisiones y polarizaciones internas (algo que también
sucede en Europa, por cierto), sin una política exterior coordinada y de mutuo
acuerdo entre los partidos, las posiciones se tambalean y muestran una
flagrante debilidad.
¿Hay alguna solución? ¿Hay,
en definitiva, paz para nuestro tiempo? Quizá, en este agitado plano
geopolítico de hoy en día, solo nos quede promover la paz en la medida de lo
posible. Y si toda falla, preparar nuestros ejércitos resulta imprescindible.
Como reza la sentencia latina: «Si vis pacem, para bellum» (si quieres la paz,
prepárate para la guerra).
Sergio Cánovas
¿Paz para nuestro tiempo?
Cómo citar este artículo: CÁNOVAS, SERGIO. (2024). ¿Paz para nuestro tiempo?. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (CM39). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2024/01/paz-para-nuestro-tiempo.html
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Es importante prestar atención a los conflictos que menos atención reciben, como el de Sudán o Birmania. Sin duda atravesamos un perído poco dado a optimismos
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