The
Wall: Quienes construyen los muros
En
mayo de 1979 Margaret Thatcher juró el cargo de primera ministra, y un mes
antes, comenzaba la producción de un disco que todavía resuena como un charco
sobre el cemento. Noviembre ve nacer The Wall, una rock ópera
escrita, compuesta y producida por Bob Ezrin, David Gilmour y Roger Waters
(estos dos últimos integrantes del grupo Pink Floyd), y poco después, esta se
convierte en uno de los mejores discos de la banda y del mundo. Un álbum doble
con una duración total de 81 minutos y 20 segundos, que relata la historia de
Pink, un chico que crece para convertirse en una estrella de rock, pero que,
para lidiar con sus traumas y el mundo, se aísla con un muro metafórico. Es el
undécimo trabajo de Pink Floyd, conformado por el bajista y cantante Roger
Waters, el guitarrista y también cantante David Gilmour, el teclista Richard
Wright y el batería Nick Mason.
Tras
las siempre aparatosas formalidades introductorias, quizá sea adecuado
justificar por qué este álbum y no otro. Yo, como tú lector, siempre me he
servido -o me han sido servidas- productos-obra que han contribuido
positivamente a cristalizar mi identidad, o que bien se han aparecido, como
suelen los espectros del futuro, para vaticinar en qué me podría convertir, con
todas las consecuencias fatales que ello acarrearía. El muro entra en este
segundo grupo. Fraguado en tiempos convulsos para Inglaterra, el camino de un
hombre sensible desemboca en el fascismo, y si alguien así puede caer, ¿qué te
hace tan especial? Nadie está a salvo de recurrir a estrategias de defensa
nocivas, de los ciclos viciosos ni la apatía. Mentiría si dijera que no he
colocado algún ladrillo, que no me he distanciado por miedo y no por
precaución, que no he odiado visceralmente. Pero aún puedo enorgullecerme de no
haberme mecanizado, y eso se lo debo, al menos en parte, a The Wall.
A continuación, voy a comentar el disco, deteniéndome más en las canciones que
estime dignas de profundización, conforme expongo mi interpretación de la
trama, anhelando, si no has tenido la oportunidad, que te anime a escuchar el
disco por primera vez.
Disco
1
Cara
A
In
The Flesh? Nos da la bienvenida al show,
sabedor de lo sedientos de espectáculo que estamos, reconoce una cierta
decepción. Algo está fuera de lugar. Es el mismo Pink de ojos tristes, que nos
invita a averiguar qué se esconde detrás del glamour, de la pirotecnia y el
estruendo. Un niño llora y en
The
Thin Ice, una madre lo reconforta, diciéndole que
lo quiere, que su padre también, y que en el mundo moderno no ha de temer la
inestabilidad del suelo que pise. Pero este consejo no tardará en hundirse bajo
el hielo.
Another
Brick In The Wall, Part I. Pink lamenta que su
padre tuviera que partir la guerra para no volver, dejando atrás una foto de
familia, una memoria y la frustración de crecer con una ausencia. No hay
problema. Siempre se pueden tapar con ladrillos las grietas del hielo.
The
Happiest Days Of Our Lives. Con un título cáusticamente
irónico, el tema supone un puente con la segunda parte de la anterior, donde
Pink da el siguiente paso significativo de un niño: ingresar en el colegio.
Allí, profesores frustrados y con poder, abusarían y expondrían todas las
debilidades de los niños en nombre de la disciplina, mientras sus víctimas,
impotentes, deseaban que fueran atormentados en sus casas.
Another
Brick In The Wall, Part II. Simplemente la
canción más conocida de Pink Floyd, que se suele interpretar, abstraída del
resto del álbum, como una crítica a la homogeneización ejercida por las
instituciones educativas. No es errónea, pero en el disco sitúa al protagonista
en el primer ámbito fuera de la familia donde es herido, y, por tanto, otro
lugar donde imbricar más ladrillos. Un solo de guitarra rebelde nos transporta,
junto con la copiosa voz del maestro, a la última canción de la cara A.
Mother aporta
una de las claves centrales del álbum, a mi entender. En el tema Pink se
sincera con su madre acerca de todas sus inseguridades internas y externas. La
guerra fría y la amenaza de una guerra nuclear, confiar en el gobierno y ser
enviado al frente, si les gustará la canción o si le acosaran el resto de
alumnos del colegio; y, en definitiva, si debería construir el muro. Su madre,
afectuosa y tierna, le asegura que todos sus temores se harán realidad y que
ella lo mantendrá siempre dependiente, siempre bajo su cuidado, conociendo
todos sus movimientos, y que por supuesto que le ayudará a construir el muro.
Se pone de relieve el tutor negligente, que atrofia la madurez de quien depende
de su guía. En el segundo estribillo, se siembra la siguiente flor del mal que
tendrá que afrontar Pink: las relaciones amorosas, pero eso será en la
siguiente cara.
Cara
B
Goodbye
Blue Sky parece una canción inconexa con el
resto de la narrativa, pero apunta al desengaño de toda una generación que se
siente apesadumbrada por pasado, la guerra y los traumas, y que subyacen tras
las cicatrices.
Empty
Spaces. Pink, tras su madre y el colegio, se
halla en un punto intermedio. Todavía no ha terminado de erigir el muro, hay
huecos a través de los que hablar con su esposa, aunque el resto envenene su
comunicación y tire la relación al traste. Entonces se pregunta cómo y con qué
finalizar su obra, cómo llenar esos huecos.
Young
Lust invade rápidamente la canción
anterior, tomando el relevo de la trama. Pink está de gira de rock, lejos de su
esposa, y busca algo de carne con la que fornicar, contraviniendo directamente
lo que su madre pretendía: dejar fuera a toda mujer que considerase sucia. La
canción es una parodia del típico tema de rock que cosifica la mujer como solo
un objeto de deseo sexual masculino. Sin embargo, la narración se retoma en la
outro, donde Pink llama por teléfono a su esposa desde los Estados Unidos. En
las dos ocasiones responde un hombre, y la teleoperadora le restriega lo
evidente. Si él iba a engañar a su esposa (o ya lo había hecho previamente) su
esposa también le estaba haciendo lo mismo.
One
Of My Turns. Pink trae a su habitación de
hotel a una mujer, que inspecciona sus habitaciones mientras Pink se sienta
frente al televisor. Esta es la primera vez que oímos el recurso del televisor,
símbolo de la apatía, del entretenimiento y de silenciar una emoción que se
gesta en él, al mismo tiempo que cavila sobre la muerte de su relación y se
siente “frío como una navaja de afeitar, apretado como un torniquete, seco como
un tambor funerario.” La música es ominosa, hasta que rompe la canción y se
descontrola, arrasando con el piso, quebrando la ventana y preguntando si
debería intentar volar. Esto espanta a la chica, y Pink vocifera por qué huye
de él.
Don't
Leave Me Now. Solo, Pink se lamenta y canta
sobre por qué no quiere que le abandone su esposa: para pegarle y humillarle,
como hicieron con él en la escuela. Estas contradicciones en Pink lo convierten
en aquello que a él le hirió.
Anothes
Brick In The Wall, Part III. Sin más
ataduras, destruye el televisor y proclama rabioso su aislamiento total del
afecto, las drogas y todo lo demás. Después, de todo, todos eran nada más que
ladrillos en el muro.
Goodbye
Cruel World subraya el cruce de este umbral
del que, está convencido, no quiere volver. Supone un paralelismo claro con la
canción que abre esta cara, Goodbye Blue Sky.
Disco
2
Cara
A
Hey
You inaugura el segundo vinilo con una
sensación de equivocación que atraviesa el estómago de Pink, y que, tras
girarse para ver el umbral, interpela a los demás para que le reconozcan. A
veces incluso parece interpelarse a sí mismo, disociado y necesitado de
conmiseración, auxilio y esperanza. Pero todo era un espejismo: no había
umbral, solo el cándido e inconmensurable muro que posibilita que los gusanos
devoren su cerebro. Temas como son la soledad y la automarginación, el menester
de una comunidad o el de un apoyo que se niega en primer momento y se
interioriza en un segundo, los comparte con Taxi Driver, película
de 1976, de la que hablaremos más tarde.
Is
There Anybody Out There? Solo la voz del eco
de todo lo que existe: el intersticio dentro del mismo muro y la televisión.
Nobody
Home. La televisión sigue emitiendo
episodios de series antiguas del oeste, de comedia y demás distracciones, y
Pink, enclaustrado en su torre de marfil, cuenta todas las posesiones
materiales que le rodean como cadáveres. Mientras tanto, intenta llamar a su esposa,
que no coge el teléfono. Esté o no esté en casa, sabe que no lo está para él.
Al final de su enumeración menciona que tiene un par de botas Gohil y raíces
que se desvanecen. Creía que se refería a las botas que empleaban los nazis y
raíces en un sentido tradicionalista, pero ni las botas corresponden ni esas
raíces implican exaltación. No obstante, sí asienta que no tiene un código, una
familia, una cultura ni una historia. Esta alienación es caldo de cultivo de lo
que se convertirá.
Vera. Una
de las canciones menores del álbum encapsula la nostalgia y la fijación de Pink
con la segunda guerra mundial. Vera Lynn era la voz de Inglaterra con su
tema We'll meet again. Pink la recuerda, resentido quizá, como un
amanecer naufragado. ¿Se sentirá alguien como él? -se pregunta.
Bring
The Boys Back Home. Canto a los
soldados, supone tanto un himno antibelicista como un grito desesperado porque
los niños no sufran por su ausencia. Desde la perspectiva de Pink, esta última
es la central, la que desencadena un último recordatorio de quienes le obligaron
a construir el muro: el profesor, la vida de estrella de rock, el amor; la
soledad.
Comfortably
Numb. Otro de los temas más conocidos de
Pink Floyd, contiene dos de los solos más emotivos de David Gilmour y presenta
una atmósfera etérea que concomita a la perfección las circunstancias de Pink.
Ensimismado, completamente drogado e inmóvil, un médico le interpela durante la
canción buscando reanimarlo para que toque en el show. Pink se deja llevar
estupefacto y canta para sí las sensaciones que le retrotraen a cuando era
zagal y yacía enfermo. Sus manos se vuelven a sentir como globos, pero quién es
y sus sueños se han esfumado. Solo permanece un cascarón cómodamente
entumecido.
Cara
B
The
Show Must Go On. Pink hesita de si
podrá dar el espectáculo a la ve que voces suenan en su cabeza pidiendo volver
a casa y escapar. No quería caer tan bajo, que le quitasen su alma. ¿Los
ladrillos? ¿Los productores? ¿La audiencia? Apático e inseguro, decide que el espectáculo
debe continuar.
In
The Flesh. Esta vez la interrogación ha
desaparecido y la actuación se ha encarnado. En esta canción, Pink no se
presenta a la audiencia como tal, sino como la banda suplente con una
agresividad latente. Después pregunta por la gente queer, por los judíos, los
negros, los que fuman marihuana y los pecosos, y ordena que los pongan contra
el muro, y no en virtud de ponerlos cómodos. La bilis apunta a toda minoría y
no guarda ningún tipo de humanidad.
Run
Like Hell. Aquí Pink clama, fuera de sí,
que es una amenaza para todos y que busca a quien asesinar. Con la turba
vitoreándole, la letra vierte represión pura de los sentimientos y los actos
del otro. Esta canción parece asentar más el estado mental de Pink que actos
concretos, pero en él se describen persecuciones y una rabia que mejor escuchar
y leer de primera mano. Está excelentemente escrita.
Waiting
For The Worms. Probablemente mi canción
favorita del álbum junto con The Trial, en ella Pink parece aceptar
su destino y se despide otra vez del mundo como hiciera al final del primer
disco. Desfilando como nazis, y acunado tras su muro, Pink toma un megáfono y
dirigiéndose a los presentes anuncia el lugar y la hora donde van a manifestarse
los gusanos para luego cazar y hacer una limpieza racial e ideológica. En el
segundo verso, más calmado, se alternan eufemismos estereotípicos de los
movimientos fascistas, como enviar a nuestros primos de color a sus hogares,
con el lema “todo lo que tienes que hacer es seguir a los gusanos”. Estos
gusanos, ya mencionados en Hey you, simbolizan, a mi entender, la
podredumbre del pensamiento malnutriéndose de la insignificancia, que aboca a
Pink al odio más visceral. El outro es un discurso exacerbándose cada vez más
conforme desfilan rezando “martillo, martillo”. Se han convertido en
instrumentos de dolor.
Stop. Significa
el momento de reflexión de Pink, donde se niega a continuar por la culpa y se
pregunta si ha sido él mismo el responsable de su aislamiento.
The
Trial. Esta es la canción más original del
álbum composicional y temáticamente, además de incluir la mejor interpretación
vocal de Roger Waters. La mente de Pink lo lleva a juicio, donde el perseguidor
denuncia que el acusado fue pillado con las manos en la masa expresando
sentimientos, y seguidamente, llama al maestro. El maestro prorrumpe llamándolo
indisciplinado y sensiblero. Luego es la esposa quien acusa a Pink de no
haberse comunicado y de haber roto su hogar. Prosigue la madre, que lo trata
como un bebé y sigue siendo sobreprotectora. Paralelamente, Pink piensa que se
ha vuelto loco y que debería haberse asegurado de poder salir del muro cuando
quisiera, pero ahora es demasiado tarde. El juez ya sale a dar su veredicto, de
flagrante culpabilidad y condena a Pink a su mayor miedo: derribar el muro. Los
ladrillos caen y el jurado brama incendiariamente, la orquesta remonta y cae en
picado como un buitre rabioso y todo parece haber colapsado con un paroxismo
catastrófico. Sin embargo, aún queda
Outside
the Wall. El epílogo del disco. Pink
abandona el muro y no lo hace solo. Sus seres queridos lo acompañan y se
congregan junto a él. Los artistas y sensibleros han vencido, aunque a veces
hayan fallado. Esta podríamos decir que es la moraleja de la historia: uno debe
luchar contra el aislacionismo y hacer su parte, así como lo deben hacer
quienes nos rodean, para conformar una comunidad. Antes de finalizar, Pink
susurra media frase que es completada por la primera canción de todo el álbum.
¿No es aquí donde entramos?
La
revista Warrior publica en 1981 el primer número de V
de Vendetta. El cómic presenta una sociedad británica fascista, al tiempo
que Margaret Thatcher acababa la primera de tres candidaturas en Gran Bretaña.
Creo que The Wall guarda una gran similitud con la obra del
joven Moore, quizá por un contexto cercano, o similar, o únicamente por las
circunstancias que el país atravesaba en esos momentos. Aunque no me parece
baladí el uso que hace Moore de las estructuras circulares en trabajos como Batman:
la broma asesina o Watchmen para reconocer cierta
influencia de aquella. Y no es para menos. The Wall emplea
recursos tan ricos como la anticipación (de los gusanos o la pareja), samples,
motivos musicales que se repiten a lo largo de la obra y guiños a otros
productos culturales, sumado a la estructura circular, que confiere un tono
pesimista a la historia al más puro estilo Taxi Driver.
Con
respecto a esta última película, la estructura no es lo único que comparten.
Ambas son historias de un hombre en pugna con la soledad a la que se siente
exiliado por la sociedad, el amor y los traumas del pasado. Por ello bucean en
ella hasta anegarse y sufrir una apoteosis de violencia explosiva, cargada con
odio y resentimiento. Ambas historias diagnostican una especie de masculinidad
en crisis, de emocionalidad infantil, solo que, si Taxi Driver prefiere
la ambigüedad, tanto en las causas de las acciones como en el destino de su
protagonista, The Wall ofrece el relato de una
vida que se ha configurado así, y más importante aún, que ha permitido dicha
constitución. Todos, en potencia, podemos convertirnos en esa versión radical
de nosotros mismos, empobrecida por el truncamiento del otro. Para un
adolescente, esta fue una lección para toda la vida.
Una
curiosidad para colegir en una nota más desenfadada: el protagonista de esta
historia se llama, literalmente, Pink Floyd, puesto que muchas personas en los
periplos de la banda se confundían y pensaban que Pink era el cantante y líder
esta. El grupo tiene otro tema, Have a cigar, donde esta misma
anécdota cobra vida: un ejecutivo de una discográfica dora la píldora al grupo
enalteciendo lo fantásticos que son, y seguidamente pregunta quién de ellos es
Pink, demostrando la falsedad del corporativismo en todo su esplendor desde el
momento en que alguien les es rentable. Ups.
Alan
Gallardo Cuevas
The
Wall: Quienes construyen los muros
Cómo citar este artículo: GALLARDO CUEVAS, ALAN. (2023). The
Wall: Quienes construyen los muros. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (RM37). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2023/12/The-Wall-Quienes-construyen-los-muros.html
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