Tiranía de masas

Tiranía de masas

Creo que la mayoría de los lectores podrán estar de acuerdo conmigo en una máxima: la democracia liberal, sin ser un sistema perfecto, es de los mejores posibles. Es el que permite mayores libertades civiles y representación en los órganos de gobierno, fomenta el desarrollo económico y limita el poder de la clase política en mayor medida. Sin embargo, aunque sea uno de los mejores sistemas, ello no hace que la democracia liberal esté libre de crítica, algunas justificadas y otras no tanto. Hoy quisiera centrarme en una crítica que he escuchado con bastante frecuencia: la tiranía de las masas.

La tiranía de las masas (o de la mayoría) consiste, en una democracia, en la imposición de las ideas, valores y objetivos de una mayoría de votantes por sobre otras minorías. En vez de existir un tirano individual en la forma de un caudillo o dictador, la mayoría social se convierte en un déspota colectivo que promueve legislación en base a sus propios intereses. La aparición de este fenómeno supone la degradación manifiesta de una democracia, llegando a culminar en procesos autoritarios que pueden desmantelar la democracia liberal desde dentro.

¿Por qué hablo de este tema a día de hoy? Porque a pesar de que el concepto fue formulado en el siglo XIX por varios autores (Torqueville y John Stuart Mill como los más notables), sigue siendo relevante hoy en día y probablemente en el futuro. Cuando uno escucha el discurso de ciertos políticos populistas, especialmente los radicados en los extremos, uno oye consignas como que el pueblo siempre tiene la razón o que debería de tener el poder de escoger directamente a jueces, políticos y otros cargos de importancia. La mayoría pues, se convierte en una supuesta garante de verdad y bien incuestionable.

   Sin embargo, yo planteo la siguiente pregunta: ¿Es la masa, por el mero hecho de ser mayoría, más propicia a la virtud y la razón que una supuesta oligarquía? Creo que la historia nos ha respondido numerosas veces que no, y no hace falta irnos demasiado atrás en el tiempo para constatar este hecho como ha sido el gran experimento de campo que fue la pandemia del covid-19. La masa social es un grupo fácilmente influenciable que frecuentemente se deja dominar por las pasiones, siendo presa de los demagogos que los explotan para impulsar sus propias ambiciones políticas.

Pongamos un par de ejemplos. Imaginemos que surge una mayoría fuertemente religiosa (islámica, católica, budista, del tipo que sea) que busque favorecer su propia religión. A través de ser mayoría, gradualmente se impulsaría un proceso político que fácilmente podría acabar en un estado confesional, es decir, que solo permite la práctica de una religión y que prohíbe la presencia del resto, pisoteando los derechos de minorías religiosas. Del mismo modo, imaginemos que un gran pánico moral se apodera de la masa y se empieza a exigir que los libros indecentes o moralmente reprobables sean censurados. La clase política podría capitalizar dicha locura colectiva para impulsar leyes que faciliten el control social.

 Por suerte, a día de hoy contamos con numerosas medidas para reducir los peligros de una tiranía de masas; la división de poderes, la descentralización y la existencia de leyes fundamentales y constituciones que protegen los derechos que podríamos considerar como básicos a una democracia liberal. Pero como me gusta decir, el precio de la libertad es la vigilancia, y ello incluye observar si la democracia se degrada por este tipo de procesos. Quizá parezca un tema lejano o oscuro para algunos, pero ideas y narrativas que glorifican a la masa se encuentran bien implantadas en nuestra sociedad.

Sergio Cánovas

Tiranía de masas

 

Cómo citar este artículo: CÁNOVAS, SERGIO. (2023). Tiranía de masas. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (CD35). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2023/09/tirania-de-masas.html

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