Alan Gallardo Cuevas- Ayoze González Padilla
Borja Delgado Fernández
En el cuadro, David observa una cabeza.
Es su enemigo degollado,
el torvo y grotesco Goliath.
David lo sostiene de sus cabellos, y la sangre se derrama sobre el claroscuro.
Los ojos del vivo rebosan por los ojos del muerto, y su goteo nos embriaga de vino.
¿Quién es esta cabeza para ti, asesino de asesinos? Tu antítesis, ¿O tu mejor retrato?
Una bestia salvaje es el hombre, un coloso desaforado. Tu amigo más valioso has desnucado,
guillotinado tras la contusión fatal en su frente. A tu mejor enemigo le debes tu porvenir.
LA CULPA
Ayoze González Padilla
¿Por qué te culpo?
No te culpo por la indiferencia.
No te culpo por la inadvertencia.
No te culpo por no llamarme.
No te culpo por no fijarte en mí.
Te culpo por el desprecio.
Te culpo por la burla.
Te culpo por creer que no me doy cuenta.
Te culpo por culparme de todo.
¿Por qué te culpo?
Te culpo para no volver a culparte jamás.
MI AMARGURA
Borja Delgado Fernández
Por ti empecé a escribir la vida que quería
entre azucarillos y servilletas
sentado en aquella piedra
ajada y descosida.
Descalzo sobre el aroma de nuestros días
si empapé los geranios de tu alcázar
fue porque al tostar el pan
soñé una vida entera.
Y unté las tostadas de tu hambre
con mermelada de albaricoque
y derramé el zumo de naranja
sobre la sed de tus labios.
Deslicé mi arteria lingual sobre tu pecho,
mastiqué la pulpa de tu pálpito;
agoté los escombros de tu sueño,
aticé la llama de tus gemidos.
Y tú en Mallorca, mi querida Mallorca
y yo en Madrid, a secas,
Nos pensamos que un océano de por medio
era suficiente para contar una historia:
«Te deix amor, la mar com a penyora».
Pero Google Maps nos decía que 543 kilómetros eran muchos kilómetros
mientras tú llorabas y yo lloraba
y viceversa.
Las hojas no fueron las únicas en caer,
el engaño empezó a frecuentar tu cepillo de dientes,
tu polidipsia otros cuerpos.
Yo extraños clubs de puristas del café
que condenaban al exilio el azúcar y la leche,
o bien con leche pero en vaso de cristal.
Tú un año sabático con «ànima de corall»
yo exhausto extenuado tras horas infinitas
malgastadas cada tarde en estúpidos dobles grados,
consolando mi hambre con la nevera entera,
porque al llegar a casa no podía comerte a ti.
Tu cara en una pantalla,
yo cara a cara con la nevera.
Ella y yo, y no tú
ella, yo y mi amargura.
Sin procesiones ni saetas,
tan solo el cante jondo de tu inquina
— he de confesar que la amnesia de tu corazón me pilló en gayumbos de aguacate—
Tú seguiste comiendo tostadas,
yo decoloré nuestras memorias por el amor incondicional
de un chico con el pelo verde
que conocí en un club de puristas del café.
Alan Gallardo Cuevas, Ayoze González Padilla,
Borja Delgado Fernández
Poemario Digital IV
Cómo citar este artículo: VARIOS AUTORES. (2023). Poemario Digital IV. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (PDII). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2023/09/poemario-digital-iv.html
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