Vox y sus familias
La reciente dimisión del portavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, es el último gesto que simboliza la crisis interna en el partido. El que era una de las figuras fundadoras y destacado orador de la cámara, alegaba razones personales, pero muchos sospechamos que tras la educada renuncia del acta de diputado, se encuentran razones más de fondo. Es innegable que la cúpula actual ha cambiado de orientación, y Espinosa de los Monteros resultaba una figura incómoda para el partido.
Antes de proseguir, establezcamos unas bases para aproximarnos a las dinámicas de la política: Todos los partidos, sin ninguna excepción, están compuestos por familias o grupos con sus propios intereses, los cuales luchan por dominar el partido del mismo modo que los partidos luchan por el gobierno del país. Esta dinámica, omnipresente en los estados modernos sin importar su ubicación o cultura, es resultado de la ley de hierro de las oligarquías, tal y como expuso el sociólogo Robert Michels en su ensayo de 1911 «Partidos Políticos».
Dicho principio se resume en lo siguiente: casi todas las organizaciones humanas (partidos políticos, asociaciones culturales o estudiantiles, empresas, sindicatos, etc) acaban transformándose en oligarquías, sin importar lo abiertas, democráticas y transparentes que hubieran sido en un comienzo. Este fenómeno se produce por varias razones; dinámicas sociales eminentemente jerárquicas, la competitividad y los procesos de optimización para alcanzar un objetivo hacen que las tareas se deleguen y los puestos se especialicen, generando estas oligarquías. Este principio es omnipresente en la política, y no se puede evitar a menos que el estado deje de existir como entidad operativa. No importa si un país es comunista, fascista, socialdemócrata, liberal o de cualquier signo político, la ley de hierro es un principio que se acaba imponiendo.
Cuando Vox surgió como partido en 2013, fue el resultado natural de las transformaciones que el PP había sufrido entre el fin del gobierno de Aznar en 2004 y el primer gobierno de Rajoy en 2011. El partido había virado hacia una postura socialdemócrata casi tan estatista como la del PSOE, hasta el punto en que aún hoy en día, las propuestas entre ambos partidos son muy parecidas salvo ciertos matices menores. Vox reunía en su seno la derecha descontenta con el partido popular; liberales, democristianos, conservadores tradicionales, derechistas cercanos a falange y la derecha identitaria de nuevo cuño, etc.
Y es que al contrario de Podemos, cuyo ascenso fue fulgurante a pesar de haberse fundado en 2014, el partido de Abascal tuvo de recorrer una larga travesía por el desierto que no terminó hasta 2018. Hasta entonces, las distintas familias habían cooperado en la obtención de representación y en la introducción de un discurso que cuestiona los dogmas que la izquierda había conseguido implantar gradualmente en la sociedad española (discurso hiperfiscal, expansión del estado como algo netamente positivo, progresiva intromisión del estado en la vida privada de los ciudadanos etc). Sin embargo y desde 2019, los liberales han sido lentamente arrinconados y expulsados de sus posiciones en favor de las familias más «duras» de los identitarios.
Y es que la facción liberal era de las más destacadas de Vox, los programas electorales estaban redactados por los liberales, y presentaban medidas de fondo que ningún partido se atrevía a llevar a cabo; capitalización privada de las pensiones (insostenibles a día de hoy), reducción del tamaño del estado, del gasto público y de los impuestos (dogmas incuestionables a día de hoy entre los políticos). Lo que seguramente podemos esperar de Vox a partir de ahora, es una deriva a una concepción anticuada y proteccionista de la economía, de preservar lo nacional aunque no tenga demanda y de imponer aranceles al producto extranjero en un estilo similar al Frente Nacional de Marine Le Pen.
En fin, en mi opinión, la expulsión de los liberales de Vox, al igual que cuando el PP los expulsó de su partido, supone una terrible señal de la deriva de los actuales partidos. Supone que ya prácticamente no hay voces ni ideas que busquen poner un límite al poder cada vez más expansivo de los políticos y el estado. Con el fin de Ciudadanos y la crisis interna de Vox, la presencia liberal, sin importar cómo de pequeña fuera, ha desaparecido completamente. Ahora tocará realizar una larga y dolorosa travesía por el desierto.
Sergio Cánovas
Vox y sus familias
Cómo citar este artículo: CÁNOVAS, SERGIO. (2023). Vox y sus familias. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (CD34). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2023/08/vox-y-sus-familias.html
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