En contra de un sistema homogeneizador
Somos partícipes de un momento de auge de las minorías sin parangón. La lucha no es que deba ser, sino que es común. Esta enfrenta en el ring a uno de los enemigos más poderosos y potentes que puedan imaginarse: el sistema. Entiendo perfectamente que la etiqueta “antisistema” puede escocer a más de uno. Como recuerda Meadows (2000), si partimos de la perspectiva analítica sistémica, de los sistemas no podemos escapar porque la palabra “sistema” y todo el armazón conceptual que lo acompaña se erige como una herramienta explicativa que se amolda muy bien a muchos objetos —no diremos todos porque las generalizaciones tienen casi siempre el riesgo de tornarse en erróneas—.
Tendremos que matizar que a lo que nos
enfrentamos es a un sistema que tiene nombre y apellidos. Sobre estos últimos,
se han ido curtiendo desde diferentes perspectivas, disciplinas y han dado
lugar a críticas muy necesarias que no han de perderse de vista. Gracias a
ellas, sabemos que nos atenemos a un sistema que se describe económicamente como
un capitalismo que subsiste a base de tratar de alcanzar un crecimiento
exponencial que no atiende a los límites físicos del planeta que habitamos
(Turiel, 2020). La economía de mercado solo es posible, además, gracias a
la fuerza combinada que aportan unos trabajadores alienados que, cuando no se
encuentran en turno de explotación laboral, solo conocen el tiempo libre de
ocio en términos de consumo.
Como ya se puede intuir desde el primer párrafo, una
de las críticas a la que ya se vio abocado el sistema desde el siglo XX con el
auge del feminismo y de otras luchas disidentes, fue la que partía desde
la óptica de las políticas de identidad. Estas se articularon casi desde el
inicio mediante un esquema de interseccionalidad que contemplaba como el sistema
emitía diferentes ejes de opresión que afectaban a aquellos cuerpos que se
salían de la norma impuesta industrialmente. Lo trans, lo cimarrón, lo gorde,
lo disca, lo neurodivergente juntaron voces y no solo cuestionaron el
estrecho cajón en el que los cuerpos eran relegados (Sancho de Pedro, 2023),
sino que tocaron una fibra extremadamente sensible a la hora de pensar qué es
lo que realmente constituye una minoría.
La inmensa maquinaria ficcional del sistema
capitalista nos ha vendido la idea de que todos esos grupos anteriormente
mencionados constituyen minorías. La norma se publicita como lo mayoritario.
Sin embargo, la norma, en tanto que descarna un carácter icónico y promueve
tipos ideales: bloques de hielo que niegan la realidad del devenir y la
mutabilidad de los cuerpos, acaban constituyendo el espectro de lo
verdaderamente minoritario, en el sentido de que pocas veces y por poco tiempo
encuentra lo normativo cuerpos con los que identificarse. El cuerpo, en tanto
que real, en tanto que sujeto de cambio, en tanto que entidad que crece,
engorda, envejece, transiciona, enferma, adelgaza, etc., no es capaz de
permanecer para siempre, si es que alguna vez consiguió alcanzarlo, en el
espectro normativo, en lo icónico.
El disfraz homogeneizador que el sistema inviste es
suficientemente relevante en la lucha política como para no evitar llamarlo
como tal: sistema homogeneizado. A eso nos enfrentamos. No se reduce
meramente a una cuestión de intereses, tomando la acepción de ideología marxiana
como falsa conciencia, en tanto que un grupo político trata de hacer pasar sus
intereses minoritarios por los de una mayoría. No se trata de escindir a la
humanidad en dos grandes grupos: hombres y mujeres, burgueses y proletarios,
heteronormatividad y queer. Esas categorías binarias caen en cuanto se
profundiza en el análisis. Se trata de evidenciar la diferencia palpable que
existe en los cuerpos, sin por ello eliminar puntos de conexión desde los que
pueda proliferar políticamente. Se trata de recordar lo que comenzaron a
enunciar las feministas críticas con la segunda ola (Mohanty, 2008 y
Butler, 2022): que somos sujetos situados históricamente y que
homogeneizarnos en sujetos políticos fuertes categóricamente hablando, bajo el
pretexto de fortalecer la lucha política, lo único que consigue es dejar a
multitud de sujetos heterogéneos fuera de la misma.
María Sancho de Pedro
En contra de un sistema homogeneizador
Bibliografía
- BUTLER, J. (2022). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Paidós.
- MARX, K. (2008). El capital I, Siglo Veintiuno Editores.
- MARX, K. (1974). La ideología alemana, Ediciones Pueblos Unidos, Ediciones Grijalbo.
- MEADOWS, D. (2015). Thinking in systems: a primer. Chelsea Green Publishing.
- MOHANTY, C.T. (2008). “Bajo los ojos de occidente. Academia feminista y discurso decolonial” en Descolonizando el Feminismo: Teorías y Prácticas desde los márgenes. Cátedra.
- SANCHO DE PEDRO, MARÍA. (2023). La gran estafa de los asientos de autobús, Año 1, 2023, (CL19). http://www.numinisrevista.com/2023/02/la-gran-estafa-de-los-asientos-de.html
- TURIEL, A. (2020). Petrocalipsis, Analfabeto.
Cómo citar este artículo: SANCHO DE PEDRO, MARÍA. (2023). En contra de un sistema homogeneizador. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (CL35). ISSN ed. electrónica: ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2023/06/en-contra-de-un-sistema-homogeneizador.html
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ResponderEliminarNo somos antisistemas: somos radical, solidaria y emacipatoriamente sistemáticas
ResponderEliminarPuedes decirlo más alto, pero no más claro!
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