

Oficio
de Caminantes
En español hay dos versos muy conocidos sobre el caminante y el camino que uno se niega a escribir aquí por lo manida que resulta su cita. Parecen estar en boca de todos: del cantante, del intelectual, del político… Una cita tan fácil como cierto es su sentido y el sentir del poeta que los incluyó en los proverbios y cantares de Campos de Castilla, allá por 1912. Ya hace bastante más de un siglo. ¡Cómo pasa el tiempo y qué breve es la vida! Esa vida que se nos va por el sendero de la muerte después de una andadura incierta —a veces larga, demasiadas veces corta— que todos emprendemos con el nacimiento. ¡Qué camino ese de la vida! ¡Qué fabulosa peregrinación esa que sin querer retomamos cada día, con cada respiración, con cada lágrima o sonrisa, con cada paso que damos aun sin acertar el rumbo!
En
España, cuando uno piensa en peregrinaciones y caminos, el plural se vuelve
singular, pues parece que solo hay uno, el Camino de Santiago, aunque sean
tantas las rutas que allí llevan al peregrino como a Roma fueron todos los
caminos. Miles de personas llegan cada día a Santiago de Compostela, la meta de
su peregrinación, de ese viajar a tierra extranjera en busca de no se sabe muy
bien qué. ¿Cuáles son las motivaciones de tantos miles de personas para hacer
camino andando? Si para gusto colores, para caminos andares. Muchas personas
durante un tiempo —a veces solo unos días, otras una semana, otras un mes o
más— convierten sus pasos en oficio de caminantes.
Pero hoy no quiere hablarles uno de la ocupación de andar en pos de una meta o de caminar para cumplir una promesa. Tampoco quiere hacerlo del oficio entendido como la profesión que a muchos nos da el sustento. No. Uno quiere hablarles de un compositor que estos últimos días ha caminado por Santiago y que anoche nos dejó un regalo en forma de música. Quizás a muchas personas su nombre no les suene, aunque lleva ya muchos años sonando y escribiendo música por el mundo: Ricardo Llorca. Hace tres, mientras todos andábamos —un andar sin andar— confinados, el maestro Llorca escribió una obra que por fin ha visto la luz en Santiago de Compostela. Oficio de Caminantes, así se llama esta cantata en la que intervienen una orquesta sinfónica, un órgano, un coro, una soprano, un tenor y una narradora. Todo un homenaje al cristianismo en todas sus formas y a todas esas personas que alguna vez emprendieron la peregrinación hacia el lugar en el que según la tradición cristiana descansan los restos del apóstol patrón de España. Ricardo Llorca la escribió y luego llegaron otras muchas personas —músicos, amantes del arte o la cultura, religiosos o no— que emprendieron el camino para dar vida a este Oficio de Caminantes. Todos ellos aportaron algo, mucho o poco; y sin ellos el regalo de la música de Ricardo Llorca no hubiera sido posible. Sin embargo, permítanle a uno, aunque pueda parecer injusto no nombrar a todas esas personas que a veces contribuyen a obrar milagros, reconocer que sin el compositor no habría habido camino alguno, pues fue él quien primero lo hizo al andar poniendo nota tras nota en una senda que, ojalá, nuestros oídos vuelvan algún día a pisar. Caminante no hay oficio, se hace oficio al escuchar.
Michael Thallium
Oficio de Caminantes
Cómo citar este artículo: THALLIUM,
MICHAEL. (2023). Oficio de Caminantes. Numinis Revista de
Filosofía, Época I, Año 2, (CV20). ISSN ed.
electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2023/07/Oficio-de-Caminantes.html




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