Feliz necesidad
«El ser humano goza de sus necesidades, está feliz con sus necesidades
Levinas, Totalidad e infinito, 121
Algo de lo que carezco es, a simple vista, algo de lo cual estoy falto, de lo que no tengo suficiente. Pero algo de lo que estoy falto o tengo insuficiencia no es, al menos estrictamente, algo de lo que estoy necesitado. Si bien puedo por ejemplo no tener una mansión y, por ende, carecer de mansiones, no por ello se presupone una necesidad de mansiones. La carencia puede ser definida, por tanto, como una mera falta.
La necesidad,
al contrario de aquella, supone algo de lo que realmente no solo estoy falto
sino de lo que ni debo ni puedo prescindir. Carecer de tal cosa no implica que
me sea necesaria -como ya dijimos al principio-, pero estar necesitado de tal o
cual otra sí comporta imprescindibilidad; y, en este sentido, insuficiencia.
Pero solo de alguna forma, puesto que aquello de lo cual estoy necesitado no se
presenta como la simple falta de ese algo. La necesidad, podríamos decir, va
más allá. El vacío al que apunta no puede resumirse en algo que me falta; el
término de la necesidad supone de hecho, además de la falta, una satisfacción.
La necesidad se vuelve en este sentido pura positividad.
Las carencias
no son en sí ni negativas ni positivas, pero ¿de qué depende entonces su
estatuto? Dependerá de lo realmente imprescindible que sea para mí aquello de
lo que carezco. ¿Y aunque careciese de tal o cual cosa necesaria y esencial
para la vida sería en realidad esto negatividad, un estado ‘de menos’? Una
aproximación vaga y engañosa podría hacernos pensar que aquello de lo cual
estoy falto y me es necesario para la vida resta efectivamente plenitud al ser.
Pero, ¿es acaso una falta de plenitud la necesidad en un ser cuya estructura
misma se define como tal?, esto es, cuya esencia o modo de ser tal ser y no
otro consiste en ser necesitado. ¿No constituye acaso la necesidad la
posibilidad de la satisfacción y el disfrute?, y ¿dónde reside la esencia de la
necesidad?
Las
respuestas se encuentran aquí, en la vida misma, en el vivir de... Es al
final esta, mi vida, la que está necesitada de tal o cual cosa; pues al
viviente le es imprescindible esto o aquello para seguir viviendo, para
sobrevivir. Las carencias nos hablan, por tanto, de aquello –valga la
redundancia– de lo que uno puede estar deficiente o falto. Pero el poder
estar deficiente de tal o cual cosa es distinto del hecho bruto de la
necesidad en que el objeto necesitado se trasmuta en esencial para el
sujeto necesitante.
«El ser humano goza de sus necesidades, está feliz con sus necesidades
«Lo que le falta es fuente de plenitud y riqueza
Levinas, Totalidad e infinito, 122
La necesidad
supone la apertura a una relación entre el si-mismo y el mundo, entre el Yo y el no-yo, lo otro. Que la vida necesite de algo distinto de sí para ser vivida, es decir,
de algo de que se alimenta, pone de manifiesto la presente y originaria
relación que se establece entre la vida y aquello de que se vive, el mundo.
Por otro
lado, el término de la necesidad se encuentra a la vez fuera y dentro del Yo,
se trata de un movimiento de ida y de venida que culmina con la suspensión de
la alteridad. El hecho de que el Yo deba salir de sí hacia lo otro para saciar
sus necesidades presupone a su vez una cuestión fundamental: el Yo es
dependiente del mundo y, a la vez, lo trasciende. Que hay dependencia es
inevitable, sin embargo, el hombre que vive del mundo refleja, por esto mismo,
que trasciende o se encuentra más allá del mundo. Existe pues un dominio en
esta dependencia.
El hombre
está separado del mundo del que curiosamente vive por la necesidad. El hombre
vive del mundo, se alimenta del mundo, depende de este y, a su vez, va más
allá, domina su dependencia, es soberano; la posibilidad de disfrutar de
aquello de lo que necesito, de lo que soy dependiente, solo es posible para un
ser capaz de dominar la dependencia, es decir, de gozar de sus necesidades.
Cuando aquello de lo que estoy falto se convierte para mí en una posibilidad de
gozo y riqueza, la dependencia se vuelve feliz dependencia.
Aquello de lo
que este vive no constituye, finalmente, una carga; no somos pues esclavos del
mundo, del vivir de... Y, a su vez, aquello de lo que vivo lo disfruto y gozo.
Todo se resume entonces en ese dominio de la dependencia. Es decir, que las
necesidades no solo nos abren al mundo, sino que llevan a la plenitud a un ser
que, aunque carente, tiene la posibilidad de saciarse, llenarse. Su carencia no
supone entonces un obstáculo, ni pura negatividad, sino la oportunidad del
gozo.
Tomás Bravo Gutiérrez
Feliz
necesidad
Cómo citar este artículo: BRAVO GUTIÉRREZ, TOMÁS. (2023). Feliz necesidad. Numinis Revista de Filosofía, Época 1, Año 2, (CM27), ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2023/05/feliz-necesidad.html
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Repensar el concepto de necesidad es fundamental en estos tiempos de crisis ecosocial. Bien artículo
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