Un amor que hace temblar
Hacer
temblar es lo propio del amor, pero no de cualquier amor, menos de ese al que llamamos enamoramiento, si es que en realidad lo fuera. Las mariposas en el estómago,
tan típicas de aquel estado, son como los residuos de este, efectos
secundarios provocados por la intensidad del que comienza su andadura y,
sobre todo, su efervescencia. "¡Benditas mariposas!" podría decirse. Pues son
ellas las que, en una primera instancia, nos alientan y suscitan a realizar las más que trepidantes locuras del querer, y en algunos casos, locurotes. Pero estas locuras y
locurotes, ojo cuidao’, son como una espada de doble filo que, por un lado, atraviesan
el corazón con eficacia y tesón, y por otro, abren una herida la cual se habrá de
cerrar y sanar o, en su defecto, abrir y sangrar.
En
efecto, el amor, de un modo o de otro, arremete contra lo más hondo del
alma. Pues todo hombre desea, como si se tratase del alimento de la misma
vida, amar y ser amado. Aunque a veces lo primero parezca más difícil, y lo
segundo, más sencillo. Ahora bien, ese deseo del amor comienza -como ya hemos
dicho- por el enamoramiento. Un enamoramiento que es más parecido a un cock-tail
de piña de chiringuito que a un whisky escoces de 16 años de ‘curación’.
Y digo curación, volviendo al principio del sermón, porque la herida que se
abre al enamorarse pide y necesita remendarse con los años. O, dicho de otro modo,
que el amor no está llamado para morir a los treinta y tres días, sino para resucitar al primero, al segundo, al cuarto y a cada
instante del tiempo del amado y del amante.
Prometerse
amor -¡oh, mi infiel amor!- es una labor ardua y, por momentos, agotadora.
Salvo que no crean ustedes en él y prefieran andar, como aquellas mismas
mariposas, de flor en flor. De flor en flor, o mejor dicho, de aquí para allá
plantando semillitas sin el valor y lo que hace falta para recoger los frutos.
Esos frutos que sembrados en el enamoramiento pueden marchitar o madurar, caer
en tierra seca o labrada. En un par de oraciones, escoger ir en la autopista a 200 km/h,
con todas las de la ley -valga la redundancia- o preferir el carril bici donde
las curvas y los baches son como los parques de juegos de mis sobrinos, cosa de
hinchables.
La
gente que tanto sufre, que tanto sufre por amor, lo hace porque enamorado, no
ha deseado firme y tajantemente aventurarse por una selva sin guía y mapa, por
un callejón sin salida, a oscuras y en la noche, por una rotonda sin entradas
ni salidas, simple círculo perfecto. Y prefiriendo ahorrarse la herida, o eso
creían ellos, se han batido contra todo tipo de bestias, inconscientes de
que su libertinaje nada tenía que ver ni con el deseo, ni con el amor. Sus fulminantes sensibilidades,
como las flores, se marchitaron a la décima o vigésima o trigésima prueba del algodón; aunque aquí me exceda de generoso. Porque tu
algodón, amigo mío, no es de calidad, y por eso a la primera de cambios se
rompe el pantalón que pretendías llevar contigo todos los días, o eso es lo que
le dijiste al primero de aquellos.
Hacer
temblar, dije, es lo propio del amor. Pero no se trata de temblar de emoción,
que lo harás si sigues estos consejos, sino de estremecerse ante la grandeza de
un lazo que une, desde y para la eternidad, a dos personas… Porque lo que busca
el hombre no es la mariposilla, que da gusto cuando viene y quema cuando se va,
sino el pesar de los días de un amor que pasa, muere y resucita a cada
instante; y que, como los buenos vinos, madura con los años. Y entonces las
pasiones, los deseos, las emociones, e incluso los nervios de la mariposa, se
vuelven más fuertes e intensos que nunca, más reales y punzantes de lo que
hubiéramos podido imaginar.
Solo
así, querido lector, pienso que vivirás en el amor, del amor y por amor.
Tomás Bravo Gutiérrez
Un amor que hace temblar
Cómo citar este artículo: BRAVO GUTIÉRREZ, TOMÁS. (2023). Un amor que hace temblar. Numinis Revista de filosofía, Época I, Año 2, (CM24). https://www.numinisrevista.com/2023/04/un-amor-que-hace-temblar.html
Esta revista está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
"L'amor que muove il sol e l'altre stelle". Dante
ResponderEliminar