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Reflexiones sobre la guerra

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Reflexiones sobre la guerra

Resulta increíble pensar que, hasta la guerra de Ucrania y haciendo algunas excepciones como las guerras yugoslavas, Europa ha vivido un periodo de paz como pocas veces se ha visto en la historia de la humanidad. Una paz tensa, eso sí, con la amenaza de la unión soviética en el este sostenida por una dialéctica nuclear que jamás se llevó a la práctica, so pena de desatar el infierno sobre la tierra.

Más este indómito periodo de paz ha sido algo extraordinario, especialmente si leemos la historia; el siglo XIX está plagado de revoluciones, golpes de Estado y guerras, mientras que el siglo XX está rodeado por las dos grandes hecatombes que supusieron las guerras mundiales. Sin embargo, ahora toca despertar del sueño de la paz y reflexionar sobre un tema que es poco abordado por los filósofos: la guerra. No es mi objetivo analizar con profundidad este fenómeno tan complejo, sino ofrecer algunas reflexiones que nos llevan a pensar sobre nuestra naturaleza humana.

Aunque podamos ser tentados de creer que esto es un rasgo especial del ser humano, esa sería una imagen distorsionada. Los animales también practican la guerra, aunque de formas mucho más primitivas. Tribus de chimpancés, por ejemplo, pelean violentamente contra otros grupos en una dinámica bastante frecuente en el reino animal, especialmente entre los depredadores. Del mismo modo, el homínido primitivo se movía en lazos tribales de cuya cohesión y cooperación determinaban la supervivencia del grupo.

       La naturaleza de la guerra ha cambiado continuamente a lo largo de la historia humana, al igual que las razones por las que se desencadenaban; por supervivencia, religión, por el poder de una nación o incluso la hegemonía sobre un extenso territorio del mundo. Pero ¿por qué se produce la guerra en primer lugar? Porque existe el conflicto, si tomamos las ideas de von Clausewitz más allá de su sobreexplotada y caduca sentencia «la guerra no es más que la continuación de la política a través de otros medios». La guerra se nos presenta como un evento al que se llega in extremis. La guerra moderna no se trata de un mero acto de fuerza bruta ni tampoco solo de un acto racional político.

Al igual que la ciencia, el arte, la ética y el conocimiento, la guerra y el conflicto es un ámbito merecedor de la reflexión filosófica. Sin embargo, pocos filósofos que podamos considerar como «grandes» han abordado el tema. Carl von Clausewitz, Sun Tzu, Maquiavelo son las figuras más conocidas, pero estos poco tienen de «filósofos» al uso y más como estrategas y políticos. Creo reseñable mencionar la propuesta kantiana de paz perpetua contenida en su obra «Sobre la paz perpetua». Como el título nos indica, Kant pretende ofrecer unos principios político-sociales que hagan de la guerra una opción inasumible para los países.

En ella se enumeran elementos como la abolición del derecho de conquista, los tratados secretos o el ejército como institución permanente. Sin embargo, aunque admirable  y estricta en cuanto respecta a los principios de la justicia y el derecho, la propuesta kantiana peca de ser excesivamente idealista e impráctica. El ansia por el poder siempre ha existido y siempre va ha existir, tanto a nivel individual como internacional. Si estas medidas que hubieran de garantizar la paz se aplicasen, alguna nación estaría tentada a aprovechar la oportunidad para tomar el poder o conquistar la hegemonía cuando antes no podía.

Quizá en este sentido, el mayor legado kantiano haya sido que varios de estos principios hayan sido adoptados por organizaciones internacionales como la Sociedad de Naciones o la ONU, que (de forma más o menos efectiva) luchan por la paz y la justicia a nivel mundial. Mientras tanto, la guerra seguirá existiendo como fenómeno y mientras tanto seguiremos albergando sueños de paz perpetua. La globalización, con todo lo malo y lo bueno que ello conlleva, ha llevado a los países a establecer unos lazos de dependencia de unos con otros, lo cual yo creo que hace más en favor de la paz que de cualquier propuesta que busque imponerse a nivel internacional.

El conflicto en Ucrania parece haber despertado a Europa de su largo letargo de pacifismo indolente. Que no se me malinterprete, pues no abogo por la guerra, pero reducir el ejército de un país a su mínima expresión solo puede producir dos cosas: la primera es la dependencia de una potencia extranjera (Estados Unidos en este caso) y la segunda, despertar el apetito de naciones expansionistas como Rusia o China. ¿Acaso estas dos opciones son mejores que la independencia fruto de la capacidad de autodefensa?

 

Sergio Cánovas

Reflexiones sobre la guerra

 

Cómo citar este artículo: CÁNOVAS, SERGIO. (2023). Reflexiones sobre la guerraNuminis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (CD25). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2023/04/reflexiones-sobre-la-guerra.html

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1 comentario:

  1. No creo que armarse hasta los dientes sea la mejor respuesta a la guerra en Ucrania. O por lo menos no como Borrel insinúa. Si hubiese milicias populares a cargo quizá la cosa cambiaría, pero cualquier idealización de las armas es perniciosa, sin así

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