El pensamiento filosófico está encarnado en el ojo. Este órgano y su respectivo sentido, la visión, han ostentado la posición del “más noble de los sentidos” (Jay, 1993) para pensadores como Platón o Descartes, y esta ha vertebrado la cuestión de la verdad en la filosofía y el derecho. Así, palabras derivadas de lo visual como teoría o evidencia nos ayudan a vislumbrar los mecanismos por los cuales lo óptico ha constituido la predilecta metafísica de la presencia, por la cual “aquello que es genuinamente real y cognoscible debe ser susceptible de ser […] manifiesto” (Shapiro, 1998), o sea, sólo aquello que podemos percibir con el ojo podrá ser considerado verdad. Esto, pudiéndose definir como opticocentrismo, ha sido objeto de crítica por numerosos filósofos como Nietzsche, Lacan y Derrida, mas hoy quiero centrarme en aquella articulada por Preciado en base al panóptico foucaultiano.
Preciado formula asertivamente que la vista es la máquina constructora de “las coreografías normativas de los cuerpos en sociedad” (Preciado, 2023, 225). Esto tiene implicaciones profundas en tanto que lo visual modela el espacio que ocupamos y la conducta con la que lo vivimos. Así, el opticocentrismo acecha la arquitectura en tanto que “domestica el ilimitado espacio y nos permite habitar en él” (Pallasmaa, 2022) mediante la acotación y significación de volúmenes que puedan ser percibidos y disfrutados (casi exclusivamente) por lo visual, así como modela el comportamiento en sociedad mediante la (re)producción de contenido cuya prioridad es la inclusión de lo óptico. Esta prioridad de lo visual no sólo nos cerca nuestras experiencias en el mundo por la direccionada configuración de este en tanto espacio y significado, sino por la acusada atrofia de otros sentidos como el olfato o el tacto fruto de esta selección.
Además,
el opticocentrismo resulta en la conformación de un único acceso a los sistemas
de verdad y reconocimiento social. O sea, se instaura al ojo como padre
predilecto de la Razón y principio rector de la identificación del Yo y el
Otro. Esta condición, como bien indica Preciado, no puede considerarse
prepolítica en tanto que su entronización ha sido, más allá de la evidencia
biológica, casual y, como todo aquello configurado desde la hegemonía
histórica, pertenece al campo de lo político. Así es como se matiza la visión
en términos de clase, género, sexualidad, raza y discapacidad, tornando en un
modelo epistemológico y político que favorece los bioregímenes
petrosexorraciales, o sea, la gestión de los cuerpos mediante la “destrucción
del ecosistema, violencia sexual y racial, consumo de energías fósiles y
carnivorismo industrial” (Preciado, 2022, p. 43).
La
problemática de esta deriva es cómo, por tanto, la visión como fuente de
fiabilidad metafísica está condicionada por el poder productivo, masculino,
blanco y capacitista. Esto nos lleva a afirmar que el ojo que configura la
visión hegemónica es bionecropolítico en tanto que no sólo decide si reconoce a
los demás como sujetos políticos sino qué grado de agencia se merecen y si es
conveniente que esta los considere “vivos” o “muertos”. El ojo extiende su
dominio hacia la constitución de existencias y resistencias, haciendo de “todo
lo mirado, [algo] poseído” (Preciado, 2022) y de lo poseído, algo inherentemente
hegemónico. La “mirada masculina” en tanto que representación de los sujetos
oprimidos como objetos de deseo o rechazo, pasa a ser una “mirada normativa”
por el siguiente silogismo categórico: si la visión es norma y la norma es
patriarcal, la visión es patriarcal. Así, cuando el ojo, entendido como el
acceso del sujeto hegemónico a la realidad, “toca, vigila; cuando folla, posee
[…]; cuando goza, cartografía” (Preciado, 2022).
Todo
esto nos lleva a la pregunta de quiénes son les damné (Fanon,
2018), les castigades, de este sistema opticocéntrico, a la cual sólo puedo
responder que todes nosotres. Somos vigilades mediante el panóptico, un espacio
circular que permite una vigilancia central y absoluta de este y que, según
Foucault, se constituyó como “el diagrama del poder disciplinario
característico de las sociedades occidentales del siglo XIX” (Preciado, 2022).
Así, y más allá de la modificación histórica del panóptico, podemos seguir
afirmando que ese ojo central vigilante nos impone en una dinámica pavloviana
un método de verdad basado en un sistema capitalista, patriarcal, colonial y
capacitista, que encauza nuestra vista y, por tanto, nuestra existencia en
tanto reconocimiento del otro hacia una supuesta irreductible naturaleza. Esto
nos corrompe y, paradójicamente, nos obstaculiza la visión de otras realidades,
desde lo cual sólo puedo concluir, parafraseando a Lévinas, que toda filosofía
estará condenada por una concepción opticocéntrica.
Ceres
López García
La
condena de la primacía visual
Bibliografía
-
JAY, M. (2007). Ojos
abatidos: la denigración de la visión en el pensamiento francés del siglo XX.
Akal.
- SHAPIRO, G. (1993). Nietzsche and Visuality en
KELLY, M. The
Encyclopedia of Aesthetics. Oxford University Press.
-
PRECIADO, P. (2022). Dysphoria mundi.
Anagrama.
-
PALLASMAA, J. (2022). Los ojos de la piel.
Editorial GG.
-
FANON, F. (2018). Los
condenados de la tierra. Fondo de Cultura Económica.
Cómo citar este artículo: LÓPEZ GARCÍA, CERES (2023). La condena de la primacía visual. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (CL3). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2023/04/la-condena-de-la-primacia-visual-ceres.html
Interesante artículo, te lleva a preguntas como ¿qué tipo de conocimiento habríamos desarrollado si tuviésemos, por ejemplo, la vista de un topo y el olfato de un perro? ¿Cómo sería la industria, las instituciones, el arte? Tal vez algún extraterrestre nos lo descubra...
ResponderEliminar¡Otra recomendación para seguir con el tema!: Ojos y capital, de Remedios Zafra (consonni, 2015)
Buenas! Interesantísimo eso que preguntas, ojalá pudiésemos conocer mundos concebidos desde esos sentidos. Mientras, tendremos que imaginárnoslos y replantear los nuestros para que todos puedan participar en su desarrollo de forma armónica. Gracias por leerme y me apunto la recomendación, suena genial :)
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