Y si hoy se me acabara la vida
Si hoy se me acabara la vida, ¿quién he sido? He sido hijo, he sido hermano, he sido amigo, he sido tío; si lo he sido bueno o no, es algo que ignoro. La vida tampoco me ha dado para mucho más. He escrito un par de libros, unos cuantos artículos; dos o tres canciones, quizás cuatro a lo sumo. Nada de lo que enorgullecerse, vanagloria pura. Si hoy se me acabara la vida, me llevaría adonde quiera que fuera todas mis ambiciones. Todo mi orgullo se ahogaría en un último suspiro.
No habría sido un mirlo blanco a quien admirar. Ni siquiera mirlo. Ni ave ni pájaro. Tan sólo humano, y un tanto torpe. Un humano que acumuló libros y lecturas, muchas horas de silencio y música que apenas sirvieron para mantener una conversación o atraer la atención, alguna vez, de otro humano.
Eso sí, me ha dado tiempo a arruinarme un par de veces y a resurgir otras
cuantas sin llegar a nada excelso ni extraordinario. No lo he perdido todo en
una guerra, pero tampoco nada reseñable he ganado si no es la paz de mis días. Mis logros han sido muy modestos por más que me hubiera encantado cambiar el mundo con
sólo una de mis acciones o pensamientos. Me hubiera gustado tener más dinero, sí, para poder ofrecérselo a la amiga que lo pedía desesperada con el padre moribundo en el hospital.
He amado. He hecho el amor y también me he encontrado cara a cara con el placer nugatorio. He follado,
aunque poco, porque follar buscando amor no es follar. Me he enamorado muchas veces sin ser
correspondido y otras tantas se enamoraron de mí sin yo corresponder. Me han amado, sí. Conozco la magia de un beso, de unos labios, la emoción del roce de unas manos que se encuentran en una mirada. He susurrado
un te quiero sincero al oído de quien dormía a mi lado. He sentido la caricia de
unas manos que me recorrían el cuerpo.
Quizás de mí permanezca la voz en forma de onda sonora, pero siempre de un modo
provisorio, como la vida, y sólo si alguien de verdad le prestase oídos. Mi voz, probablemente, sea el único legado. Una voz que emite ya cincuenta años de muchas alegrías, bastantes decepciones, unas cuantas frustraciones, algunos amores y
muy pocos odios. Esa voz que siempre ha querido penetrar en el fondo de sus
semejantes, llegar a los adentros insondables de la entraña humana. Una voz que quisiera encarnar la permanencia que evocaba el
poeta Miguel d’Ors en aquel conmovedor endecasílabo: Se fue, pero qué forma de quedarse.
He sentido la alegría de compartir conocimiento, amor y afecto a la recíproca. Aquello nuevo que aprendí a quien lo quiso se lo di. He procurado ser empático y que mi risa y mi sonrisa fueran siempre genuinas. En busca de la
dicha he querido interpretar la música de mi auténtico yo. ¿He sido feliz? Sí, modestamente.
Y si hoy se me acabara la vida, me perdonaría tantos errores cometidos… No habría ningún libro, ningún viaje, que te recomendaría. Sólo un verso, apenas un endecasílabo.
Michael Thallium
Y si hoy se me acabara la vida
Cómo citar este artículo: THALLIUM, MICHAEL. (2023). Y si hoy se me acabara la vida. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (CV8). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2023/04/Y-si-hoy-se-me-acabara-la-vida.html
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Buenísimo. Gracias por compartirlo :)
ResponderEliminarSiempre tomo como un regalo tus relatos, me enriquecen y agradan. Muchas gracias Michael
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