Trumpet. «La voz del fantasma»
En Trumpet (1999), Jackie Kay ficcionaliza la vida (más bien, la muerte) del músico de jazz transgénero Billy Lee Tipton, fallecido en 1989. El artista, que vivió durante prácticamente toda su vida efectivamente como un hombre, fue sacado del armario tras su muerte, para sorpresa de su esposa y sus hijos, quedando reducido al sensacionalismo que despertó su condición de persona transgénero y siendo, lamentablemente, olvidado como músico. Como pianista y saxofonista, lideró el grupo «The Billy Tipton Trio», con el que destacan trabajos como Billy Tipton Plays Hi-Fi On Piano (1957) y Sweet Georgia Brown (1957). La sensibilidad musical de Tipton es algo que querría destacar en esta reseña, con el propósito de recordar su figura como músico.
Por si fuera poco, la única biografía existente del artista de Diane Middlebrook, «Suits Me: The Double Life of Billy Tipton» (cuyo título ya deja mucho que desear, por no hablar de la portada), es un desacertado acercamiento a la vida de Tipton y a los motivos que tenía éste para autoidentificarse como hombre, que parte de testimonios de personas cercanas a él. No obstante, el testimonio más evidente, que fue la vida de Billy y la manifestación personal de su identidad, quedan silenciados. Como dice Jack Halberstam en Telling Tales: Brandon Teena, Billy Tipton and Transgender Biographhy: «Diane Middlebrook se acerca demasiado peligrosamente a la declaración de que la vida de Tipton como hombre fue simplemente el resultado de su enorme ambición de ejercer la profesión de músico».
Creemos
que, debido a esto, Jackie Kay trata de darle la voz al «fantasma», como diría Avery Gordon en Ghost Stories,
escrita entorno a la reflexión sobre cuál debería ser el marco teórico correcto
a la hora de confeccionar una biografía. De manera literaria, Kay reclama la voz
del fantasma de Billy a través de Joss Moody, un hombre negro transgénero. La
novela se establece justo en el momento posterior de su muerte. Joss, en lugar
del piano o el saxofón, tocaba la trompeta y dedicó su vida a la música. En Trumpet
encontramos una serie de coros de voces que hacen asunciones, durante toda la
novela, sobre la vida de Joss: el duelo de su mujer, que muestra el
acercamiento a través del amor al recuerdo de su marido; su hijo adoptivo,
tremendamente herido al sentir que la identidad de su padre era una mentira (se
cuestiona, incluso, su propia masculinidad y rechaza cualquier parecido con
él); el médico forense, el trabajador de la funeraria, sus compañeros del grupo
de jazz, etc. Esto culmina en el intento de la elaboración de una biografía por
parte de Sophie Stones, que representa el personaje que más pretende malversar
sobre la vida del músico para publicar su obra. Llega a decir «No me interesa la música. Me
refiero a si sabía usted que él era ella», donde vemos una clara crítica de Jackie Kay a la biografía
real sobre Billy Tipton, antes mencionada, que deja entrever este mismo
cometido.
Todos
los personajes que se pronuncian acerca de la vida de Moody contribuyen de una
u otra manera a construir su identidad, unos de manera más despectiva y
violenta que otros. Son perspectivas intrincadas, en ocasiones contradictorias
o confusas, que no cesan de reformarse y reinterpretarse unas a otras. En este
sentido, casi pareciera haber un paralelismo entre el propio discurso musical
de la música que tanto amaba Tipton y el propio ritmo del relato. Las voces
entran en conflicto, se relajan, dialogan, se expresan de manera fluida en
algunos momentos y abruptamente en otros. Cada discurso suena novedoso; aunque
percibimos ciertos motivos literarios que reaparecen a lo largo de la obra.
La
tensión generada por la amalgama de perspectivas (junto al deseo, a veces, de
introducirse en el relato para darle una sacudida a algún que otro personaje)
se resuelve en el fantasma de Joss Moody, el artista, el músico, el muerto al
que han robado la voz y la música. Como un acorde de primer grado en una
cadencia perfecta, las últimas páginas de Trumpet relajan el final de la novela
sobre lo que Joss Moody tiene que decir. A través de una carta dirigida a su
hijo Colman, Joss reivindica su voz y su derecho a ser recordado como él se
manifestó en vida, animándole a escribir su propia historia. Y se va, cantando «Mingulay Boat Song»: Heil Ya Ho, boys, let her go, boys…
Matías Lizarraga Martínez
Trumpet. «La voz del fantasma»
Cómo citar este artículo: LIZARRAGA MARTÍNEZ, MATÍAS. (2023). Trumpet. «La voz del fantasma». Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 1, (RM20). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2023/02/Trumpet-La-voz-del-fantasma.html
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Espectacular articulo
ResponderEliminarMuchas gracias!
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