Unión sin confusión: entre lo humano y lo animal
Es un hecho incuestionable que el ser humano tiene el potencial de destruir el planeta, pero también de salvarlo. Es necesario para ello replantearse los deberes que tenemos con respecto al planeta, su cuidado, la paz y el desarrollo sostenible. En medio de la lucha por conservación del medio natural surgen posturas que ponen a la humanidad poco menos que como una plaga para el planeta y que tiene que ser controlado, pero esto es contraponer ecología y derechos humanos, los cuales pueden armonizarse en visión a la naturaleza: la tierra es la casa común que debemos cuidar. Para llevar adelante esta tarea se han organizado declaraciones internacionales sobre el derecho al medioambiente, siendo muy destacadas la de Río de Janeiro en 1922 con el concepto de desarrollo sostenible y el Protocolo de Kioto, entre muchas, como la celebrada hace poco en nuestro país en 2019. Todo ello habla de una concienciación sobre los problemas del planeta, aunque, siendo tan inminente el cambio anunciado, pareciera que no existiera la voluntad para llevar adelante los cambios necesarios antes de que todo cambie.
En las declaraciones se critica la mentalidad tecnocrática que ha llevado a la humanidad a considerar que tiene derecho a explotar al máximo la naturaleza, pero también es necesario criticar la mentalidad biologicista que quiere crear una igual dignidad ontológica de todos los seres vivos, no diferenciando al género humano del resto de animales. Lo que es necesario que quede claro, según está postura, es que el centro reside en la humanidad y no hace falta ser religioso para afirmar esto. Se da, por tanto, una jerarquía entre los seres vivos. La consecuencia de querer igualar a todos los seres en dignidad, como pretende Nussbaum, es que el concepto se diluye, pues cuando todos tienen o son todo, al final nadie tiene o es nada.
En las declaraciones se da un marcado antropocentrismo, pero esto de por sí no tiene porque ser algo malo, pues es la persona la que se preocupa por las condiciones de vida del ser humano y los problemas que se relacionan con ellos. En otras palabras, se preocupa por la calidad de vida (concepto al que se hace hincapié en la Declaración de Estocolmo de 1972) y el desarrollo sostenible (Carta de la Tierra de 1992). Para esto es importante una armonía entre los recursos, la explotación de los mismos respetando la naturaleza y la proyección a las futuras generaciones armonizando derechos humanos y ecologismo.
En este sentido siempre me ha parecido esclarecedora la postura del ecologismo personalista que da primacía a la persona sobre el medio natural, con la prohibición de abusar de ella y exigiendo responsabilidad sobre la misma, una unión sin confusión. Esto recuerda a la tradición judeocristiana en la que el hombre no es dueño de la creación, sino administrador (Peter Singer no estaría en consonancia con mis palabras, pero desde posturas distintas se puede llegar al mismo objetivo). Es importante esta postura frente a los reduccionismos de hacer al hombre y a la mujer un animal cualquiera y afirmarlo con valentía frente aquellos que llaman especista a quienes tienen esta postura. Las consecuencias de no hacerlo son graves tanto para la misma naturaleza y para el hombre, en cuanto a su dignidad profunda. Es lógico que el iusnaturalismo no reconozca en los animales derechos, ya que no son sujetos de deberes, pero sí que reconozca en nosotros deberes respecto a ellos. Seguimos siendo, como dije más arriba, administradores responsables de la creación. Esta postura administrativa sobre la naturaleza no impide en nada que exista amor a los animales, pero ayuda a no desdibujar la frontera de lo humano frente a lo animal, tal y como defiende Adela Cortina.
Valentín González Pérez
Unión sin con fusión: entre lo humano y lo animal
Cómo citar este artículo: GONZÁLEZ PÉREZ, VALENTÍN. (2022). Unión sin confusión: entre lo humano y lo
animal. Numinis Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CS19).
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Te podría interesar la distinción entre excepción y excención humana que han trabajado autores ecologías como Ernest García y Jorge Riechmann. Creo que tu postura sigue recayendo en el dualismo animal/humano y habría que introducir muchos matices, pero entiendo tu preocupación de que el ser humano se diluya en una reflexión ecológica impersonal y desde luego el humanismo no tiene por qué ser incompatible con el ecologismo
ResponderEliminarEl historiador Yuval Noah Harari plantea que, en algún momento del Pleistoceno superior, los humanos pasaron a la cima de la cadena alimentaria demasiado deprisa, sin dar tiempo al resto de especies a adaptarse a ese depredador. Lo que al final los convirtió en exterminadores. En mi opinión los humanos, desde ese momento y hasta que tomamos conciencia de nuestro poder destructor, estamos en un tiempo de adaptación donde nuestro intelecto deberá dar soluciones culturales para controlar esa capacidad destructora, gestionar el planeta de forma eficiente y tratar con dignidad al resto de seres vivos
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