La pereza y la cobardía, dirá Kant, son las causas de que una gran parte de los hombres permanezca, gustosamente, en la minoría de edad. Porque, como nos recuerda el filósofo: ¡Es tan cómodo ser menor de edad!
A través de su tratado sobre la
Ilustración -obra que recomiendo encarecidamente-, Kant nos revela con acierto
la realidad de aquella maravillosa época; incluso se puede entrever hoy aquella
terrible verdad que desde aquellos tiempos se repite sin cesar. Hablo, en
efecto, de la pereza, de la cobardía, de la comodidad… ¡Porque es tan fácil,
tan sencillo, tan cómodo, que los demás piensen, hagan y digan por mí!; la
comodidad de la que hablaba Kant, me di cuenta entonces, constituye ahora la
regla de oro de nuestro siglo. Solo que, con un matiz, el tedio.
El hombre actual no solo prefiere que los
demás, los otros, hagan por él lo que no está dispuesto este a realizar, sino
que todo lo que hace, lo hace con tedio, con sumo aburrimiento y desdicha. Esos
hombres que Kant define como «menores de edad», una especie de síndrome de
Peter Pan 2.0, se caracterizan por su falta de valentía y, sobre todo, fuerza o
disposición. Esa escasez, en efecto, supone una falta de entereza para cumplir
con aquello que se ha de cumplir o, por decirlo de otro modo, realizar aquello
que se puede hacer y no se hace. Recordemos que la cuestión del deber es
esencial para la ética kantiana, el poder torna obligación y las circunstancias
pasan a un segundo plano.
Además de esta falta de decisión nos
encontramos con la falta de valor, es decir, la cobardía. El que es cobarde no
pone, grosso modo, todo lo que tiene «en el asador»; por que ser
valiente supone un riesgo, supone un comprometerse a sí mismo y ponerse en
juego. A aquellos hombres que por falta de valentía y disposición se acomodan
en su estado, Kant les denomina «menores de edad»; y, ¿por qué menores de edad?
Porque son como niños, hombres y mujeres que todavía no se valen por sí mismos
pero que, a diferencia de aquellos, si disfrutan del entendimiento suficiente y
necesario para poder valerse.
La reflexión de Kant en torno a esta
cuestión es tan actual hoy que parece mentira que se escribiera allá por el
1784. Por esto, lo que realmente importa ahora no es tanto la Ilustración, ese
siglo de las luces donde lo bueno y lo malo se dieron a partes iguales, aunque
hubo más de lo segundo que de lo primero; sino aquel reclamo que hace Kant al
hombre recordándole que esa autosuficiencia la cual gritan y proclaman a los
cuatro vientos los franceses no es otra que la que podían y debían haber puesto
en práctica mucho antes.
Pues, como bien se ha dicho, no es el
derecho quien nos da la soberanía, sino la soberanía quien nos da el derecho.
Aquella emancipación del yo es tardía, la autonomía y libertad del sujeto no se
despliegan desde fuera sino desde dentro.
Tomás Bravo Gutiérrez
Tedio
Cómo citar este artículo: BRAVO GUTIÉRREZ, TOMÁS. (2022). Tedio. Numinis Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CM13). http://www.numinisrevista.com/2022/12/tedio.html
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