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Las Citas las Carga el Diablo

 

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Las Citas las Carga el Diablo

Estoy seguro lector, de que alguna vez te has encontrado citas de algún personaje histórico de renombre. Ya sea porque alguien te la ha dicho o porque tú mismo la has visto en libros, la web o en redes sociales. Sin embargo ¿Sabías que una parte importante de las citas que leemos son falsas, o la persona en cuestión nunca las pronunció? Por citas me refiero a frases breves icónicas que, de forma aguda y certera, nos revelan un aspecto nuevo del mundo en el que vivimos.

Tras descubrir una tarde que una de mis citas favoritas era falsa, estuve indagando acerca de la veracidad de varias citas con las que yo era familiar, solo para decepcionarme que, en el mejor de los casos, no eran exactamente cómo la persona en cuestión las había dicho. ¿Por qué sucede esto? Un recurso básico que se utiliza en cualquier debate es la de la cita a la autoridad: recurrir a la opinión de una persona de renombre para apoyar nuestro punto a defender. Este principio se aplica a campos tan variados como la ciencia, la filosofía, el arte o la psicología.

Por supuesto, el problema de recurrir a la opinión como fuente de conocimiento, como ya nos advertía Platón en la antigüedad, es que esta es muy dudosa y con frecuencia difícil de verificar. Es bastante frecuente que opiniones que escuchamos todos los días o que nosotros mismos hemos formulado, sean flagrantemente erróneas. Y lo peor es que, en la actual era de la información, cualquier opinión tiene la posibilidad de aparecer en un periódico; una revista, un libro, en un programa de televisión o en cualquier video de youtube. Cuanto mayor y más popular sea un medio de masas, mayor será la cantidad de opiniones que quedarán inmortalizadas en la web.

Por eso recomiendo a tí, lector, que cuando escuches o leas una cita de una persona famosa, mantengas algo de escepticismo, e incluso te molestes en comprobar si realmente lo dijo. Porque puede darse una amplio bagaje de situaciones que la hagan poco de fiar: Que sea falsa, que su autor nunca pronunciase la cita, que haya sido inventada directamente de la nada, que haya sido sacada de contexto (otro problema frecuente de las citas) o que otra persona, normalmente menos conocida, la dijera.

A continuación voy a poner tres ejemplos prácticos. Durante mucho tiempo he leído en libros y artículos la cita que había sido mi favorita: «Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí misma y todavía no lo ha conseguido». Es aguda y, a mi juicio, bastante acertada, pero desafortunadamente es falsa. Probablemente fue inventada por el diplomático español Miguel (o Eusebio) de Salazar y Mazarredo, exsecretario de la legación española en Berlín y hombre de confianza de Prim, que impulsó la candidatura de Leopoldo de Hohenzollern al trono español, excusa para la guerra franco-prusiana en 1870. De cualquier forma, en las recopilaciones de la obra de Bismarck, esta cita está completamente ausente.

La segunda cita es de Beethoven, y es bastante conocida: «Tocar una nota errónea es insignificante, tocar sin pasión es inexcusable». De nuevo, acertada cita pero no hay fuentes que indiquen que Beethoven dijera esa frase. En una retrospectiva, su discípulo Ferdinand Ries se refiere a su maestro enfadado por la falta de expresión con la que tocaba, posible anécdota a través de la cual la cita se inventó.

La última cita viene (supuestamente) del filósofo Nietzsche que, aunque más oscura, la he encontrado por internet como objeto de uso: «Aquellos que bailan parecen locos a quienes  no pueden escuchar la música». Esta cita, bastante dionisíaca y nietzscheana, en realidad es más antigua que el propio Nietzsche, ya que aparece en una obra de 1813 titulada «Sobre Alemania» de la autora franco-suiza Louise Germaine de Staël. En la obra está escrito lo siguiente: «A veces, incluso en el curso habitual de la vida, la realidad de este mundo desaparece de golpe, y nos sentimos en medio de sus intereses como en un baile, donde no oímos la música; el baile que vimos allí parecería una locura».

Para concluir, y como he mencionado anteriormente, mantengamos un cierto escepticismo cuando veamos una cita usada en un diálogo o debate. Especialmente seamos precavidos cuando la cita en cuestión confirme nuestras propias opiniones, pues estas son incluso más difíciles de detectar como falsas y resulta aún más vergonzoso cuando descubrimos el engaño.

 

Sergio Cánovas

Las Citas las Carga el Diablo

 

Cómo citar este artículo: CÁNOVAS, SERGIO. (2022). Las Citas las Carga el Diablo. Numinis Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CD13). https://www.numinisrevista.com/2022/12/las-citas-las-carga-el-diablo.html

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