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El sistema inmunitario de la filosofía — María Sancho de Pedro

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El sistema inmunitario de la filosofía

La filosofía es como un campo de minas, habitualmente conformado de cuestiones en mayúscula (el Ser, la Vida, el Bien, la Verdad, etc.). Cuando alguno de estos explosivos se activa, corre el riesgo de abrir una grieta en la valla que separa lo filosófico de aquello que no lo es, de su exterioridad misma. Por mi propia experiencia en la «Academia», he acabado imaginando a los filósofos como unidades militares y obreras que acuden corriendo al lugar de la explosión a reparar los daños y a seguir cerrando el círculo filosófico para que no se cuelen reflexiones ajenas. 

Quizá al lector esto le resulte exagerado, pero es lo que suele ocurrir cuando algún estudiante realiza una pregunta peligrosa en el entorno universitario. En ocasiones, uno se cruza con un profesor que hace las veces de célula inmunitaria y que pide reformulaciones para que el interrogante quepa mejor dentro de nuestro ámbito concreto de reflexión. En efecto, existe un límite para la curiosidad en la filosofía y es aquel que linda con una serie de temas que son concebidos como patógenos por el sistema inmunitario de carácter filosófico. 

Aunque este paralelismo puede ser tomado como despectivo, no lo es. El sistema inmunitario real ejecuta estas funciones para defender al organismo, lo que aquí sería tomado como lo propioEl cuerpo de la filosofía no puede tolerar ni abarcar todo, ni tampoco habría de hacerlo, a riesgo de pisar a otras disciplinas tomando por suyos interrogantes que no lo son. Antes usábamos el término patógenos, pero no todas las preguntas deben caer en este paraguas léxico. 

Si elaboramos la metáfora con precisión, el mundo, de igual manera que está plagado de virus y bacterias, también así está lleno de interrogantes. Que haya buenas y malas preguntas es beneficioso y necesario, porque su criterio de calidad depende del cuerpo que las tome. Para la filosofía, puede haber temas que sean poco certeros, igual que para un cuerpo humano específico, ciertas bacterias pueden resultar dañinas.

Sin embargo, a la par que en el mundo de la microbiología, la dimensión de la curiosidad humana está sufriendo en los últimos años un duro proceso de higienización. La intención era positiva, pero el resultado se traduce en un clima que no favorece la proliferación ni de virus, ni de bacterias, ni de preguntas. El problema que esto genera en nuestros sistemas inmunitarios es terrorífico. La falta de curiosidad se traduce en poca necesidad de defensa o en una menor preparación para la misma. 

Pero, aunque queramos, no somos capaces de exterminar completamente a la microbioma ni tampoco podremos eliminar toda la perplejidad presente en el mundo. Podría pasar que una cuestión maligna se colara debido a nuestra falta de entrenamiento inmunitario en el cuerpo de la filosofía y comenzara a hostigarlo ideológicamente desde dentro, cual enfermedad autoinmune, sin que ella misma fuera consciente de lo sucedido. Al final, acaba siendo preferible una sarta infinita de preguntas que filtrar y que nos ejerciten reflexivamente, a una ausencia muda que nos haga consecuentemente más vulnerables a los gérmenes más temerarios.


María Sancho de Pedro

El sistema inmunitario de la filosofía



Cómo citar este artículo: SANCHO DE PEDRO, MARÍA. (2022). El sistema inmunitario de la filosofía. Revista de Filosofía Numinis, Año 1, 2022, (CL16). http://www.numinisrevista.com/2022/12/el-sistema-inmunitario-de-la-filosofia.html

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5 comentarios:

  1. Muy bueno. Me gusta tu manera de expresar las ideas.

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  2. Si es que los virus, las bacterias y las preguntas son lo que nos hace vivir

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  3. "La filosofía es un campo de minas" jajajajajajaj

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