El origen de
la corrupción
Esta cuestión sobre la que me dispongo a reflexionar
ha sido objeto de búsqueda, estudio e imaginación para la humanidad desde que
la razón vino a habitar en ella. Hablar de la corrupción es hablar, como no
puede ser de otra manera, sobre el mal. El mal es una realidad que toda persona
ha experimentado alguna vez en su vida, pero si se dispusiera a definirla tal
trabajo no sería fácil. Del mal se puede hablar de manera apofática, es decir,
se sabe lo que no es, pero no lo que es. Algunos pensadores, sobre todo la
escolástica, lo han definido como ausencia del bien siguiendo esta línea
mencionada anteriormente. No es un hecho sencillo ciertamente y no propongo dar
una definición exacta. El mal, realidad de la que no podemos escapar.
En este intento de buscar un sentido a la existencia
del mal encontramos en el mundo de las religiones varias respuestas. En nuestra
cultura ha influido notablemente el relato del libro del Génesis que trata
sobre la caída de Adán y Eva. A partir de esa caída entra el mal al mundo, se
produce la corrupción de la creación y empieza una historia que entrelaza la
alegría y el sufrimiento. Si tiene la oportunidad de ver la película de Noé,
dirigida por Darrenn Aronfosky, encontrará muy sugerente la explicación que Noé
da a sus hijos sobre el origen de todo y, dentro de ello, el origen del mal.
Volviendo al hilo de la explicación, en el relato de la caída encontramos un
aspecto muy interesante, y no me refiero a que la serpiente tiente a comer del
árbol a «los padres del género humano» y otros aspectos del relato. El aspecto
interesante del relato está en la desobediencia, en el hecho de querer ser como
Dios, es decir, tener un conocimiento exacto del bien y del mal sin otra guía
que no sea uno mismo. Esto parece tentador, nunca mejor dicho, pero en nuestra
experiencia sabemos que necesitamos de los demás para configurarnos como
personas. He aquí la clave: una especia de solipsismo moral.
Aterrizando esta cuestión en la práctica, conocemos
muchos lugares donde la corrupción está presente y un lugar hegemónico es el
mundo de la política. Asistimos en nuestro país a la rebaja de delitos que
tienen que ver con la corrupción; si se roba dinero público pero no es para
enriquecimiento personal no es grave, pero al revés sí, algo así como una especie
de Robin Hood. El hecho grave que no escapa a ninguna persona, salvo que la
ideología política haya poseído su razón, es que robar está mal y querer darle
un barniz de heroicidad a este hecho es cuanto menos lamentable. Ahora bien,
¿dónde se halla el origen de la corrupción en la sociedad, concretamente en la
política? No hace falta recurrir a elementos míticos para dar una explicación a
esto.
Se dice que lo macro es reflejo de lo micro y que
ambos se retroalimentan. Hay que buscar el origen de la corrupción en la falta
de ética y moral, sin confundir ambos términos, en las acciones individuales y
en la conciencia que guía esos actos. Cuando una persona se encuentra con algo
que no es suyo tiene ante sí dos caminos: quedárselo o devolverlo.
Hoy parece que devolverlo es poco menos que ser un tonto: aquí comienza la
corrupción. Si cuando redactamos un texto para un trabajo y de forma consciente
se plagia el contenido: aquí comienza la corrupción. Ejemplos de estos podemos
encontrar miles. ¿Qué ocurre cuando se llega a ostentar una responsabilidad
política? Pasa lo mismo, pero a gran escala. Lo curioso de todo es que nos
sorprendemos de estos casos, pero no vemos que quien no es fiel en lo pequeño
tampoco lo será en lo grande.
¿Qué antídoto se puede encontrar para la corrupción?
Pienso que no existe nada mejor para erradicar esto que la educación. Hace unos
días se pudo ver el comportamiento ejemplar de los aficionados japoneses en el
mundial. Acabó el partido y recogieron toda la basura. Otros la hubieran dejado
allí y si acaso justificarían que no la recogen para darle oportunidad de
trabajo a los barrenderos. La diferencia entre unos y otros está en la
educación. La cuestión aquí se encuentra en el tipo de educación a recibir. La
educación actual se centra en las competencias, es decir, en un saber hacer,
pero es muy necesario que exista un saber ser. Creo que apostar por una
educación en donde la filosofía tenga un puesto relevante ayudará en este
sentido. La técnica nos muestra que podemos hacer cosas y la filosofía nos
ayuda, desde el sentido crítico que la caracteriza, a pensar si debemos hacer o
no.
Valentín González Pérez
El origen de la corrupción
Cómo citar este artículo: GONZÁLEZ PÉREZ, VALENTÍN. (2022). El origen de la corrupción. Numinis
Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CS15). http://www.numinisrevista.com/2022/12/el-origen-de-la-corrupcion.html
Esta revista está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
Muy sugerente lo que dices al final del saber ser
ResponderEliminar