El cuarto poder
Acabamos el
año y durante este tiempo de vacaciones navideñas aumenta el tiempo que pasamos
ante la televisión. Gran protagonismo tienen en este ámbito los medios de
comunicación, conocidos también como el cuarto poder, que se constituyen como
los verdaderos «influencers» de nuestra sociedad. Es necesario tener ante la
información que recibimos de los medios un sentido crítico e intentar hacernos
una visión global y lo más objetiva posible de la noticia que se nos da. Hay
una frase que leí en las redes sociales que decía lo siguiente y es una clara
advertencia para no creernos todo lo que se nos dice: «Antes de creerte lo que
pone la prensa, entérate de quién paga la tinta». Es claro que en España (como
en cualquier otra parte del mundo) los medios se deben a quienes los financian,
las líneas editoriales entran dentro de esta cuestión, y lo preocupante de todo
esto es la cuestión de la verdad y lo verosímil. Entiendo por verdad la
adecuación de la cosa (noticia) con la realidad y lo verosímil con aquello que tiene
apariencia de verdad. Hay que andar con cuidado y saber distinguir estas dos
realidades para no formar parte del «hombre masa» orteguiano. Siguiendo esta
línea quisiera hacer una breve reflexión sobre el cuarto poder.
Los medios
de comunicación se consideran actualmente como «el cuarto poder» consistente en
vigilar y hacer de contrapeso en nombre de la sociedad civil frente a los
abusos del poder. La democracia es garante de que tanto la prensa como la
sociedad misma, aplicada a ambas tal adjetivo, sean verdaderas. La prensa lleva
a la sociedad los temas para la reflexión, el debate público, el compartir
ideas y opiniones dispares llevando el protagonismo a la sociedad. Hasta hace
pocos años a muy poca gente le interesaba la política, se desentendían de ella
y estos temas no tenían mucho alcance mediático, pero hoy en día proliferan los
programas de televisión en los que se tratan temas políticos de actualidad y
ocupan gran parte del horario nocturno.
El
periodismo era considerado hasta hace poco tiempo como una fuente de autoridad,
lo que aparecía en los periódicos y en la televisión era considerado como
cuestión de peso: lo ha dicho la tele. Sin embargo, pese a la labor que juega
en la democracia, también hay que ser consciente de que el cumplimiento de esta
labor puede no ser plenamente objetiva, ya que los medios pueden, y están de
hecho, controlados por ideologías, por los poderes económicos, políticos y
comerciales. La independencia de los medios de comunicación no existe como tal.
Un hecho curioso
se da en la actualidad con la aparición de la tecnología que produce una
devaluación en todos los sentidos de los medios tradicionales. El reto
tecnológico trae consigo un suministro de noticias para la ciudadanía tan
grande, marcado por la celeridad en su consumo y por una dudosa fiabilidad de
las fuentes. Así mismo, ya no se necesita un periódico o una televisión para
difundir noticias. Ahora cualquier ciudadano puede convertirse en periodista
creando un pseudoperiodismo y haciendo competencia a los medios tradicionales.
No obstante, quienes esto hacen suelen carecer de rigor, veracidad, en fin,
profesionalidad, por lo que un medio así no es merecedor de confianza.
Al vaciarse
de un sentido de lo que hacía virtuoso al periodismo se da el contraperiodismo,
que no es otra cosa que apostar por la venta de información a costa de un
código deontológico; ya no se busca la excelencia sino el vender más a toda
costa, con lo que hace complicado informarse con seriedad y confianza. La
sociedad post-mediática influye también en el hecho de que el periodismo sea
post-factual, ocurre algo de lo que se informa al momento, pero sin mayor
incidencia que la de informar sin formar. Para volver a alcanzar la excelencia
y dejar de lado un periodismo ideológico y vacío, es importante que la labor
informativa vuelva a ser algo que se construya en democracia, resultado de un
hacer colectivo y no de unos pocos con poder.
Mientras tanto, y también cuando esto se consiga, hay que educar para que la persona pueda tener un sentido crítico ante lo que recibe de fuera y pueda formarse una opinión lo más objetiva posible. Quisiera acabar deseándole un feliz año nuevo a toda persona que apoya con su lectura a este espacio de reflexión filosófica en el que se ha constituido Numinis.
El cuarto
poder
Valentín González Pérez
Cómo citar este artículo: GONZÁLEZ PÉREZ, VALENTÍN. (2022). El cuarto poder. Numinis Revista
de Filosofía, Año 1, 2022, (CS18). https://www.numinisrevista.com/2022/12/el-cuarto-poder.html
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