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Educando el Yo

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Educando el Yo

La diferencia entre la autonomía y la autodeterminación es verdaderamente sutil. Tanto que tratar de discernir qué sea una cosa y qué la otra supondría llevarlas al extremo; pues como casi todo en la vida, se trata de aquello que proyectamos sobre la cosa, esto es, los pensamientos que limitan y delinean el conocimiento de un objeto. Así pues, la misma palabra libertad puede significar para unos ‘hacer lo que me da la gana’ y, para otros, ‘hacer cuanto debo de hacer en cada momento’. De hecho, la palabra que en este artículo se defiende como la más correcta y verdadera toma en nuestros días un carácter completamente distinto al que se ha querido describir.

Tanto es así que, quién no ha escuchado en estos tiempos que corren eso de: ¡Yo me autodetermino, nada ni nadie me dice a mi quien soy! Y, justamente por esto, el problema de la acepción de un término no reside tantas veces en la palabra misma, que de suyo guarda un determinado significado, sino en la interpretación que cada época -más o menos injustamente- hace de aquel. Por ello mismo considero sumamente importante volver a las raíces del lenguaje o, dicho de otro modo, buscar la etimología en Google, si uno no sabe muy bien de latín o griego.

Los términos autonomía y autodeterminación vienen a significar, como era de esperar, absolutamente lo mismo. Ambos expresan la determinación del yo de sí mismo y, por tanto, su acepción depende como decíamos al principio de la interpretación que cada época hace de aquellos. La autonomía puede entenderse como el Yo que parte de sí mismo y que se dirige -inexorablemente- hacia sí mismo; es, en efecto, el ser-para-sí. Mientras que la autodeterminación podría ser entendida como el Yo que, partiendo de sí, se determina hacia lo otro que sí; o lo que es lo mismo, el ser-para otro. La diferencia está por tanto en aquel gobierno del Yo que se dirige o, hacia sí mismo, o, hacia otro distinto de sí.

Esta dicotomía entre autodeterminación y autonomía se ha de considerar especialmente importante para comprender uno de los puntos cardinales de cualquier sociedad: la educación. Esta constituye, como bien he mostrado en otros momentos, la salida y el encuentro con la alteridad. El Yo que sale de sí para ir hacia lo otro es aquel que se determina a sí mismo para el encuentro con la alteridad; mientras que el Yo autónomo, volcado sobre sí, no sale de sí mismo. Por esto la educación, que es en esencia ‘guiar hacia fuera’, no puede ser comprendida desde el Yo que se hace autónomo respecto de lo otro; es decir, aquel Yo individualista que se cierne sobre sí, sin más miras que sí mismo. Y justamente por lo mismo, la educación ha de plantearse como una puesta en común, como un Yo que gobernante de sí mismo, tienda hacia lo otro. Aun cuando estos actos nos pongan en juego a nosotros mismos, en un peligro constante.

La verdadera soberanía del Yo se halla allí donde el sujeto se pone, como decíamos, en juego. Donde el Yo, lejos de la seguridad de su para-sí, se vuelca sobre el otro.


Tomás Bravo Gutiérrez

Educando el Yo


Cómo citar este artículo: BRAVO GUTIÉRREZ, TOMÁS. (2022). Educando el YoNuminis Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CM15). https://www.numinisrevista.com/2022/12/Educando-el-Yo.html

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