Un gran latigazo
Título: Whiplash.
Año: 2014.
Duración: 103 min.
País: Estados Unidos.
Dirección y guion: Damien Chazelle.
Música: Justin Hurwitz.
Género: Drama.
Otras películas del director: La La
Lang y First Man.
Una pregunta venía a mi mente constantemente, y nada tenia que ver con lo lícito o ilícito de aquellos métodos de enseñanza por parte del profesor y de aprendizaje por parte del alumno. Como si de un martillo se tratara, me cuestionaba a cada instante de la película, ¿lo acabará consiguiendo? A lo que en seguida me respondía, ¡espero que sí! Y fue justo en aquel momento donde nuestro protagonista parecía acabar con su carrera y rendirse, digo bien, rendirse, cuando otra idea llegaba a mi cabeza sin cesar, ¡no me digas que después de tanto esfuerzo y sufrimiento no lo logra, ahora no puedes parar, demuéstrale lo que vales y dalo todo!
En efecto, estoy seguro de que casi todos los que hayan contemplado esta
película habrán pensado que los métodos del profesor Fletcher son, por lo
pronto, deleznables e inhumanos. Sin embargo, y sin justificar ninguno de
aquellos actos, tampoco se puede obviar aquella última escena donde este, con
otro tono totalmente distinto al anterior -al menos en el doblaje español- y observando
que su pupilo está dispuesto a seguir hasta el final con «Caravan» le dice
preocupado: Andrew, ¿qué haces? Y muy poco después, aquellas miradas que se
intercambian de reconocimiento mutuo, que satisfacen enormemente al público
que, habiendo comprendido el trasfondo de su trabajo, contemplan el logro de su
actuación.
La película Whiplash pone en juego demasiados factores, tantos que tratar
de describirlos en una o dos caras sería casi imposible. Cientos de cuestiones
brotan al espectador que, valga la redundancia, vive expectante ante la fiera
lucha entre profesor y alumno. Quizá las cuestiones más evidentes sean,
resumiendo, dos: ¿Cuál es la línea que separa lo lícito de lo ilícito?, y
¿hasta dónde merece la pena llegar -los medios- para alcanzar uno u otro fin?
Ambas respuestas parecen evidentes, la primera porque en el momento en que los
métodos usados sobrepasan los límites de lo que podría considerar humano nos
hallamos ante una actuación ilícita o inmoral. La segunda porque la obtención
de un fin al que podríamos considerar bueno, no justifica jamás los medios que
se usan para llegar a aquel.
Sin embargo, el papel de la exigencia es crucial en esta película, lo que
el profesor nos muestra es una figura poco paternal, más bien provista de
aquella entereza, dureza e inmutabilidad del hombre de guerra. A su vez, nos
encontramos con un alumno capaz de todo, aquí la cuestión de las potencias es
imprescindible, ya que de una u otra manera es el profesor quien hace brotar en
el alumno aquello que ya poseía. Es muy importante también la imagen que se
proyecta de Andrew, un chico común al resto y que, en cierta medida, pasa
desapercibido. Esto acrecienta la molestia del espectador ante la dureza del
profesor; curioso que con otros personajes a los que consideramos más fuertes
tanto física como psicológicamente no nos sucede lo mismo, ya que hay casos en
la misma película.
Considerando por tanto que los métodos usados tanto por unos como por otros
no son ni mucho menos excusables, he de expresar sin embargo, a colación de
todo lo dicho, mi inquietud ante nuestra sociedad actual, caracterizada por la
sensibilidad extrema. Esta altísima sensibilidad, que por momentos nos ha
servido para tomar conciencia de muchos de los errores que en el pasado
cometimos, anula de alguna manera todo posible cambio que conlleve sacrificio y
renuncia. Cualquier acto que parezca atentar, por risible y ridículo que sea,
contra el hombre es ya, para nosotros, un acto que viola la dignidad de aquel.
Por esto mismo, y siendo consciente de lo que nos jugamos en medio del mundo y
de la educación, considero que tanto en uno como en otro personaje hay actos
que realizados de otro modo potencian y actualizan las capacidades y dones que
cada cual tiene y debe poner en marcha.
Entonces, cabe preguntarse… ¿Merecerá la pena ser otro Andrew?, y ¿qué
precio estaré dispuesto a pagar para sacarlo todo de mí mismo?, ¿bastará la
vida para ser vivida palomitas y frutos secos?, ¿o quizá haya algo entre
nosotros que nos llame a ser más, a ser mejores?
Tomás Bravo Gutiérrez
Un gran latigazo
Cómo citar este artículo: BRAVO GUTIÉRREZ, TOMÁS. (2022). Un gran latigazo. Numinis Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CM11). http://www.numinisrevista.com/2022/11/un-gran-latigazo.html
Esta revista está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
La película está bien, pero es básicamente 50 sombras de Grey versión música jazzera. Lo experiencia como aprendiz musical es que la confianza, la estabilidad, el respeto y la paciencia son mucho mejores compañeros que los método del profesor.
ResponderEliminarNo creo que seamos una sociedad más sensible que las demás si por ello se entiende que nos hayamos vuelto "de cristal". Más bien pienso que hemos empezado a darnos cuenta de que la violencia que llevamos tanto tiempo ejerciendo contra nuestro prójimo dista mucho de ser la mejor manera de relacionarnos con él. Y ojalá fuésemos mucho más sensibles el ese sentido.