Idealismo y Cinismo
Existen patrones en las vidas de las personas. De la misma forma que los organismos nacen, se alimentan, crecen, reproducen y mueren, los seres humanos siguen pautas que, de forma más o menos similar, se repiten generación tras generación. Patrones psicológicos se observan y repiten continuamente, por ejemplo, los jóvenes tienden al izquierdismo y a actitudes antisistema, mientras que los adultos y ancianos suelen ser más conservadores y de derecha.
Aquí por supuesto estoy generalizando,
pero es innegable que la excepción confirma la regla. Cuando uno es joven cree
tenerlo todo figurado, que se controla todo y que el todo está al alcance de la
mano. Uno se cree capaz de cambiar el mundo y cuando uno es joven se suele caer
en el idealismo como forma de pensar. Con el fin de ser claro, no me refiero al
idealismo como corriente filosófica, sino como mentalidad: forma de concebir el
mundo no en base a como es, sino como debería de ser según el ideal que uno
admire.
Sin embargo, a medida que uno madura y se
hace más experimentado, se descubre que el mundo es mucho más complejo de lo
que se había creído en un principio. Se observa que el sistema que concebimos
como injusto está sostenido por dinámicas sociales que se repiten de generación
en generación; que la corrupción es y será una constante porque la gente se
mueve por la avaricia y la ambición. Incluso, si uno es lo suficientemente
autocrítico, descubre que los más nobles ideales que uno admira pueden llevar a
terribles consecuencias.
Tras esto, es fácil caer en el cinismo o
incluso su vertiente extrema: el nihilismo, el nada importa. La sociedad de
masas termina por convertirse en un circo de banalidades sin último fin ni
propósito. Algunas personas añoran la época de su infancia, en la que eran
demasiado inocentes como para darse cuenta de los claroscuros que componen la
realidad, bajo esta mentalidad se autosugestionan, llegando a caer en el
clásico «cualquier tiempo pasado fue mejor». Seguramente la mayoría de nosotros
nos hemos encontrado con un cínico, declarado o no. Esa persona que se suele
etiquetar como «amargado/a» y que no parece ver nada bueno en nada.
Ahora bien, como decía Paracelso: «sólo la
dosis hace el veneno», tanto un exceso de idealismo como de cinismo resultan
malos. Hemos de buscar un equilibrio que nos permita llevar una vida lo más
plena posible, sin ser como narcisos idealistas que acaban ahogándose en el
lago contemplando su propia belleza ni tampoco cínicos que se arrojan al abismo
sin fondo nihilista que advertía Nietzsche, del cual no hay ningún buen final.
Sergio Cánovas
Idealismo y Cinismo
Cómo citar este artículo: CÁNOVAS, SERGIO. (2022). Idealismo y Cinismo. Numinis Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CD10). http://www.numinisrevista.com/2022/10/idealismo-y-cinismo.html
Esta revista está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
No hay comentarios:
Publicar un comentario