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Reparaciones y Desmanes
Recientemente ha saltado a la palestra un escándalo entre Alemania y Polonia, ya que el gobierno polaco pretende demandar al alemán, exigiendo reparaciones por los daños causados durante la segunda guerra mundial. Para que el lector se haga una idea, el coste de dichas reparaciones supondría más de un trillón de eslotis, la moneda local polaca.
A simple vista este no sería más que un episodio más en la tradicional animosidad germano-polaca, cuyos orígenes se remontan varios siglos. Una polémica sacada de la nada para sacar réditos políticos. Sin embargo, creo que nos brinda la oportunidad para reflexionar en torno a este tema.
La reparación es un elemento muy presente dentro de la teoría legal, tanto a pequeña como gran escala. Es de simple principio común que aquel que causa un daño, ya sea físico, moral o material, no solo reciba un castigo sino que compense a la víctima por el daño causado. La reparación no tiene por qué ser siempre económica, como se suele imaginar. Por ejemplo, si hemos dañado la honorabilidad de una persona con mentiras, parte de la reparación implica admitir la falsedad de nuestras declaraciones.
A gran escala, el ejemplo más conocido y emblemático suelen ser las reparaciones de guerra: cuando un estado reclama a otro compensaciones por los daños causados, normalmente tras una invasión. Esta es la forma más conocida, pero no siempre ha sido así, recordemos el caso de la guerra franco-alemana de 1870, en la que la recién nacida Alemania exigió al estado francés reparaciones por el coste de la guerra, a pesar de haber sido victorioso y no haber sufrido daños ni una gran cantidad de bajas.
Otro caso famoso es de las inmensas cantidades de dinero que Alemania tuvo que pagar a los aliados tras la catastrófica derrota de la primera guerra mundial. En este caso, las reparaciones en parte se concibieron para debilitar al país e impedir que volviera a constituirse en una potencia depredadora, principio que acabó fracasando en menos de dos décadas. También existe el precedente de reparaciones por atrocidades que atentan contra los derechos humanos, el caso más famoso siendo el holocausto.
Como todo aspecto jurídico, existe mucho debate en torno a los límites de las reparaciones. Si estas prescriben o no, qué cuantía determina la compensación según cada caso, etc. Pero volvamos al tema principal. La causa polaca es una sin soporte firme por dos razones: La primera es que Polonia renunció a su derecho a reparaciones de guerra en 1954, y aún con todo, recibió extensos territorios alemanes y compensaciones económicas repartidas desde la unión soviética a los nuevos estados comunistas, el país eslavo entre ellos.
Después de la guerra, Alemania ha compensado de más formas a los polacos. Tras el derrumbe de la unión soviética y la creación de una Polonia soberana, los gobiernos polacos han afirmado que la renuncia de 1954 no era válida. Sin embargo, el estado polaco realizó la declaración de forma independiente de la unión soviética (aún habiendo presiones, no estaba extorsionado). El estado polaco debería o bien atenerse a lo firmado en 1954, o bien dejar el tema atrás, ya que como se ha dicho, Polonia recibió en su momento compensaciones territoriales y económicas.
Imaginémos que, por cualquier razón, las reclamaciones polacas tienen legitimidad. Si han pasado 83 años ¿Qué detiene a ningún estado a exigir reparaciones por cualquier conflicto? España, como nación encrucijada que es, ha sufrido invasiones y guerras constantes desde la antigüedad. Exijamos a Grecia e Italia reparaciones por la conquista y colonización de la Hispania antigua, a Alemania por la invasión de los visigodos, a Francia por la invasión napoleónica que destruyó gran parte del país. Así cualquier país podría proceder, sin sentido de la historia ni razón aparente.
Exageraciones y polémica aparte, este asunto es peligroso porque muestra una brecha pública dentro de la unión europea, y cuando muchas brechas empiezan a aparecer en una casa, esto es un signo inequívoco que se derrumbará más temprano que tarde si no se toman medidas. En este caso, un toque de realidad para el fantasioso gobierno polaco.
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