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Brevísima reflexión sobre la vida


Brevísima reflexión sobre la vida

De los creadores de... “yo a tu edad ya me estaba buscando la vida” o “te vas a enterar de lo que vale un peine” llega... “tira, que todavía te queda mucho que aprender” y “pero tú de que te estás quejando, si acabas de empezar”.  

Estoy seguro, mi querido lector, que a lo largo de tu vida habrás tenido el placer de degustar estas y otras mil frasecitas más típicas del abuelo de postguerra, aquel al que la vida se lo puso complicado o, al menos, no demasiado fácil. Aquellos seres con arrugas, pelo canoso, oído desafinado y, en su mayoría, curtidos por las circunstancias suelen saber más de la vida que nosotros. Ellos aprendieron, porque nos les quedaba otra, a sacarse solitos las castañas del fuego, y tuvieron que enfrentarse a las más diversas y complejas situaciones de la época. Nuestros mayores, y no tan mayores, hablan desde la experiencia, desde una vida desgastada, probablemente entregada, y muchas veces arrebatada.  

Es cierto que las nuevas generaciones, en las cuales me incluyo, hemos obtenido una serie de facilidades con las que ya quisieran muchos haber contado. Aunque si a las necesidades básicas las llamamos lujos, que me pongan otra copa. Por otro lado, esta realidad de la que hablamos no les hace comprender la situación por la que pueden pasar muchos de nuestros jovenzuelos. Pues aquí, como en muchos otros ámbitos de la vida, tener la razón no lo es todo, o al menos no lo fundamental.  

Es curioso ese fenómeno que suele aparecer entre los 50 y los 60 años de edad por el cual se tiende a juzgar, con mayor o menor acierto, que la vida de los jóvenes se define como pinta y colorea y, la suya propia, como una constante guerra de las Termópilas. Tengo la extraña sensación de que sus problemas tienen que ser siempre más grandes que los nuestros, sus trabajos más duros y cansados, sus circunstancias tremendamente más difíciles. No sé qué me da que en realidad envidian un poquito nuestra realidad, esa en la que terminas tus cuatro años de grado, cinco para los licenciados y nueve o diez para los doctorados y acabas trabajando en un McDonald's.  

Me he dado cuenta de que muchos nos miran recelosos al trabajar en el Zara, en el HyM o en el PullandBear, y es normal, con esos pedazos de puestazos. También somos criticados duramente cuando no aceptamos aquella maravillosa oferta donde podríamos trabajar como becarios, con las funciones de un director de empresa, y el sueldo de un recién graduado. No, si al final van a tener razón ¿Cómo se nos ocurre quejarnos? Que mal acostumbrados estamos, cuarenta horas a la semana por 450 euros y, aun así, lloramos. La realidad es que hasta pegando palos a un olivo en julio ganaríamos más dinero, si es que de eso se tratase.  

Nuestra comodísima época nos prepara para sobrevivir, o mejor aún, malvivir. Por no hablar de las más distinguidas ideologías, pensamientos, sensibilidades y memeces a las que nosotros tenemos que enfrentarnos, como si lidiar con ellas cada día fuera cosa sencilla y poco agotadora. Cuando aquellos espartanos hablan de la vida lo hacen desde una posición de eminencia, pues no solo la conocen mejor, sino que además son íntimos amigos. Además, tienden a ‘entificar’ la vida, por decirlo de alguna manera; pasa como con la conciencia de Pinocho, que está fuera de él y piensa por sí misma. Por ejemplo: “tú qué sabes de la vida”, “la vida te devuelve lo que das” o “la vida pasa factura”. Ya lo siento, pero sigo sin saber qué debo saber, qué me ha de devolver y cuál es la factura que me ha de llegar.  

Lo que quería expresar desde el principio es que no os entiendo, o que quizá no habéis sabido explicaros. Que os quejáis del mundo en que vivís, pero os duele que nos quejemos nosotros. Que creéis que no sabemos nada, pero seguís sin explicarnos lo que no sabemos. Que decís que la vida es dura, pero más dura es la vuestra. Porque si a nosotros nos costó algo, a vosotros os costó mucho. Porque si no nos entendemos, será que no os entendemos. Porque al final, como os gusta decir, la vida le da a cada uno lo que se merece. Entonces, me pregunto yo ¿Por qué os irritáis tanto? ¿Acaso no fue ella generosa con vosotros? ¿No os dio ya lo que os debía? ¿Y a nosotros lo que nos debe? 



Tomás Bravo Gutiérrez

Brevísima reflexión sobre la vida



Cómo citar este artículo: BRAVO GUTIÉRREZ, TOMÁS. (2022). Brevísima reflexión sobre la vida. Numinis Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CM5). http://www.numinisrevista.com/2022/09/brevisima-reflexion-sobre-la-vida.html


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