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A Sócrates lo silenciaron los motores (y a nosotros también) - Pavlo Verde Ortega


A Sócrates lo silenciaron los motores (y a nosotros también)

Prestemos atención a las siguientes imágenes:



En ella vemos un mismo emplazamiento de Madrid (la calle de Alcalá) en dos etapas de su historia. La fotografía de la izquierda fue tomada a comienzos del siglo XX (cabe suponer que entre 1907 y 1911, años en que se construyó el edificio Metrópolis). La de la derecha refleja esta importante vía madrileña en algún momento cercano al presente. Fijémonos ahora en otras dos instantáneas:



Estas nos muestran la Gran Vía Diagonal barcelonesa hace algo más de un siglo y en la actualidad, respectivamente. Podríamos continuar jugando a las comparaciones históricas con prácticamente cualquier calle de cualquier ciudad de España y el mundo. Pero estos dos ejemples sirven para ilustrar la que a mi juicio es la gran y crucial diferencia que existe entre el entramado callejero urbano previo al siglo XX y el contemporáneo. Me refiero a la ubicua presencia del automóvil privado en las calles.

Por supuesto, no conviene caer en distorsiones. Antes de la automovilización de las calles ya existían vehículos que las atravesaban y hoy en día sigue habiendo numerosos entornos urbanos libres de tráfico. Sin embargo, existen diferencias cruciales entre aquel ecosistema citadino y el actual. La más evidente es de cantidad. Los carromatos o incluso los primeros automóviles que circulaban por la vía eran un porcentaje pequeño del total de desplazamientos. Además, su velocidad era limitada y el riesgo de accidentes mortales resultaba lo suficientemente bajo como para no quebrar la convivencia entre estos y los peatones. Ahora bien, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial los automóviles privados están mucho más extendidos y pueden alcanzar velocidades de altísimo riesgo para la movilidad peatonal. Ante la imposible coexistencia entre coches y personas dadas estas circunstancias las ciudades tomaron la decisión de dividir los espacios destinados a unos y a otras. Y en este proceso el transporte motorizado salió claramente beneficiado. Basta con comparar las fotografías arriba expuestas para darse cuenta de que los peatones han pasado de disponer del 100% del espacio callejero a menos del 20%.

Ello nos lleva a la segunda diferencia crucial, en este caso de mentalidad (y legalidad). Antes las calles eran vistas como un lugar peatonal en el que también podían circular vehículos sobre ruedas (o tranvías). Ahora son un espacio consagrado al tráfico rodado en el que los peatones son tan solo invitados. Este cambio en la percepción de las vías públicas, auspiciado por las políticas pro-automóviles de la posguerra mundial, nos ha llevado a un letárgico modelo de movilidad cochecéntrico del que muchas ciudades (entre ellas Madrid) aún no han despertado.

Podríamos hablar del deterioro estético generado por la infraestructura automovilística, de la contaminación acústica y ambiental asociada a los coches, del riesgo de atropellos y demás accidentes que hemos normalizado como parte de la vida en la ciudad, del estrés asociado al tráfico, de la ineficiencia logística del urbanismo cochecéntrico o de la insostenibilidad económica de este modelo a largo plazo. No obstante, ya existe una amplia bibliografía y videografía sobre estas cuestiones. En lo que resta de artículo quisiera centrarme en otro tema. A saber, que la automovilización de las ciudades supone el menos democrático y justo de todos los formatos de desarrollo urbano posibles.

En su artículo para la compilación Sopa de Wuhan, María Galindo aseveraba:


«El coronavirus es la eliminación del espacio social más vital, más democrático y más importante de nuestras vidas como es la calle, ese afuera que virtualmente no debemos atravesar y que en muchos casos era el único espacio que nos quedaba».1


Aunque la boliviana se refiera en su texto al COVID-19, lo cierto es que podríamos afirmar algo similar sobre el tráfico motorizado. Las ciudades que han apostado por este modelo han privado a las personas de uno de los espacios públicos por antonomasia. Frente a la privacidad de la vivienda, las calles han sido siempre el lugar en el cual, además de ir de un punto A a un punto B, las personas comerciaban, charlaban, se reunían, se organizaban políticamente… Hasta que la reducción del espacio peatonal a aceras en ocasiones mínimas cambió drásticamente la morfología y la antropología urbanas, como ya hemos visto.

Salvando las distancias, se podría comparar esta automovilización de la vía pública con los procesos de privatización de tierras comunales que se vivieron en Europa y América durante la transición hacia economías capitalistas. Las Inclosure acts británicas o las desamortizaciones emprendidas en España o Argentina en el siglo XIX concentraron la tierra en unas pocas manos y permitieron el progresivo desmantelamiento de las viejas sociedades rurales y su gestión comunitaria de los recursos. En el ámbito urbano que nos ocupa los efectos sociales son la alienación de la población y el fomento de prácticas segregadoras.

Esto último se hace patente con ejemplos como la M-30, que desde los años 70 ha dividido el Centro de Madrid, de rentas medias-altas, y el Sur, tradicionalmente obrero. Más notorios aún son los casos de ciudades estadounidenses como Baltimore o Detroit. En estas ciudades las autopistas han servido para afianzar la segregación racial entre blancos por un lado y negros, latinos y asiáticos por otro, como evidencia el primero de los mapas expuestos a continuación, de Detroit (el segundo muestra las diferencias de renta entre los distritos al norte y al sur de la M-30, en Madrid).



Si queremos combatir estas estrategias segregadoras y la privatización del espacio público debemos planificar nuestras ciudades con las personas (y el transporte público y la bicicleta) como prioridad, dejando el coche de lado. Lo que estoy proponiendo ni siquiera es algo especialmente radical a estas alturas y múltiples ciudades en todo el mundo caminan desde hace años en esta dirección. Sirvan como ejemplo la mayoría de ciudades neerlandesas, pero también Medellín en Colombia o Vitoria y Barcelona aquí en España, entre muchas otras urbes. Solo siguiendo este camino podremos reducir las injusticias asociadas a la cochedependencia y alentar un espíritu más democrático y comunitario entre la ciudadanía.

No digo que peatonalizar espacios urbanos y reducir el número de automóviles privados sea suficiente. Ciertamente harían falta muchos más cambios de índole política y económica para democratizar nuestras sociedades. Aun así, ¿creen que una Atenas plagada de coches (como la actual, sin ir más lejos) habría favorecido el florecimiento de la democracia en el siglo VI a.C.? O, puesto que esta es una revista de filosofía, ¿se imaginan a Sócrates tratando de dialogar con sus coetáneos en medio de una autovía urbana o entre los coches de un aparcamiento?

Las calles son nuestras. Para filosofar, protestar, cultivar o simplemente para estar. Agorazein, dirían los griegos. Los coches no son más que un invitado. Indeseable a veces. No lo olvidemos.


Pavlo Verde

A Sócrates lo silenciaron los motores (y a nosotros también)



1. GALINDO, MARÍA. (2020). «Desobediencia, por tu culpa voy a sobrevivir» en Sopa de Wuhan. ASPO, pg. 120.


Para las fuentes y más información adjunto los siguientes enlaces:

a) Críticas al modelo cochecéntrico de ciudad: 

Cars are dumb and pointless (and ruin cities): https://www.youtube.com/watch?v=WKiUk4vqxu0&t=454s 

La tiranía del automóvil. Roxana Kreimer en Mendoza: https://www.youtube.com/watch?v=i4rGdSpWGk8 

The truth about American Cities: https://www.youtube.com/watch?v=y_SXXTBypIg&list=PLJp5q-R0lZ0_FCUbeVWK6OGLN69ehUTVa 

¿Por qué EUA está llena de estacionamientos?: https://www.youtube.com/watch?v=wOQJHxSPzxY 


b) Sobre los procesos de desamortización:

En Argentina: https://revistas.ucm.es/index.php/RCHA/article/view/RCHA0909110233A/28415

En España: https://www.eldiario.es/castilla-la-mancha/ecologica/desamortizacion-supuso-desastre-ecologico-espanol_132_1579590.html#:~:text=Pero%20la%20desamortizaci%C3%B3n%20m%C3%A1s%20importante,municipales%2C%20especialmente%20las%20tierras%20comunales.


Cómo citar este artículo: VERDE, PAVLO. (2022). A Sócrates lo silenciaron los motores (y a nosotros también). Numinis Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CM2). http://www.numinisrevista.com/2022/09/a-socrates-lo-silenciaron-los-motores-y.html










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